Por Eduardo Ancona
Después de leer “Ante todo no hagas daño” (editorial Salamandra) pienso que solo una, la neurocirugía. En estas fascinante memorias el doctor inglés Henry Marsh relata sus experiencias acumuladas a lo largo de tres décadas de ejercicio en una de las especialidades médicas mas “difíciles, delicadas y fascinantes” que existen. El libro está escrito a modo de memorias, sin embargo estas no tienen una línea constante -un argumento que inicie más o menos al principio del texto, se desarrolle y concluya- sino que se enfoca en contar a través de los capítulos los episodios más relevantes de su trayectoria, así como los más significativos y los más duros.
La primera mitad del libro es sin duda la de mayor interés para el público no especialista, ya que en ella Marsh narra con lujo de detalle algunos de los procedimientos que realizó a sus pacientes. Aquí el libro conduce a las profundidades del cerebro, demostrando una excepcional capacidad narrativa, el texto estremece al describir el flujo veloz de la sangre como un mar desbocado a través de las delgadísimas venas con las que el cirujano se encuentra a su paso, emociona al explicar la manera en la que se levanta suavemente todo el cerebro para alcanzar un espacio de tránsito milimétrico y conmueve mientras cuenta las horas de trabajo de pie, en completa abstracción de la realidad y de muchas necesidades, que demanda una tarea de este equipo en la que, según el propio autor, llegas a sentir a tus instrumentos con extensiones de tu cuerpo mismo.
Una de las principales virtudes del libro es traducir un cúmulo de conocimientos y experiencias infinitamente complejos a un lenguaje que no sólo hace que el lector común comprenda cosas que rebasan por mucho nuestro entendimiento, sino que lo sumerge y lleva a comprender el mundo fascinante en el que viven quienes navegan por los conductos más angosto y obscuros del cerebro humano.
Si este texto tuviese una parte más débil sería la segunda, en ella toma un giro humano que pudiendo ser mucho más conmovedor y emocionante, muestra la frialdad y la coraza que el autor logra construir en torno a la vida de sus pacientes. Esta, como un medio de defensa absolutamente humana, puede parecer algo inesperado en un libro, sin embargo en realidad contribuye a pintar de cuerpo entero a quien se dedica a una labor tan compleja, retadora y fascinante que no hace sentir que todas las demás, incluidas las ciencias sociales a las que se dedican muchos incluido quien esto escribe, importan poco o nada.