El maestro Carlos Pérez celebra dos décadas de administrar su estacionamiento. Para seguir esta labor que comienza su papá Mario H. Pérez, cuenta con el apoyo de su familia
Con unos buenos vaporcitos y pastelitos de jamón y queso, los integrantes de la familia Perez Piña celebraron el dos de noviembre pasado las dos décadas que el maestro Carlos Pérez lleva al frente del estacionamiento “El Esfuerzo”, legado del trabajo fecundo de su padre, Mario H. Pérez, reconocido comerciante de la Mérida de mediados del siglo pasado.
En este marco, el sacerdote Pablo Pérez Amezquita, bendijo una imagen de la Virgen de Guadalupe, advocación a la que la familia le tiene un afecto muy especial que se reforzó tras el paso de Isidoro en 2002, que hizo volar láminas y tiro puertas y sin embargo, la imagen quedó intacta.
Según se explicó se trataba de una imagen de cartón de la Morenita del Tepeyac que estuvo muchos años en su mismo lugar, en el cajón número 4, donde en este aniversario se estrenó un nicho en el que se cuenta con una nueva imagen de la virgen, (la anterior se le obsequió a una familia).
En amena plática, y acompañado de su esposa Lucía del Alba y sus hijos Carlos Adrián y Andrea, el maestro Carlos recordó que el Estacionamiento “El Esfuerzo”, que se ubica en el número 546 A de la calle 60 entre 67 y 69, se construyó en 1994 como una ampliación del Estacionamiento “Tayita”, que ahora es parte de conocida tienda de electrodomésticos de la calle 58.
Carlos explicó que estuvo investigando y resultó que Tayita era el nombre de una carpa de teatro chino que cuando llegaba a Mérida en la década de los años cuarenta se instalaba en el terreno que luego compraron su abuelo y su papá para poner un estacionamiento, así es que cuando la gente le preguntaba por su ubicación, ellos decían: “en el terreno donde se pone Tayita”, y así se le quedó.
—Mi papá tuvo ese estacionamiento hasta que falleció en 2001, entonces se decidió vender y solo se conservó la parte posterior a la que se bautizó con el nombre del Esfuerzo porque decía mi padre que fue muy complicado obtener los permisos para su funcionamiento —comentó, quien detalló que fue la noche del primero de noviembre de hace 20 años cuando le entregaron las llaves del establecimiento, que comenzó a funcionar bajo su responsabilidad al día siguiente.
—Es un negocio noble, pero no tan sencillo como parece, porque hay que abrir temprano y cerrar tarde, y aunque la mayoría de nuestra clientela es muy buena no ha faltado quien se ha tratado de pasar de vivo, diciendo que su vehículo sufrió algún daño y luego que revisamos las cámaras de seguridad resulta que no es así —explicó.
Y a lo largo de estos años, ha sido muy importante el papel que ha desempeñado Lucía del Alba para preservar y hacer próspero este negocio de la familia, ya que es ella quien se encarga de la apertura y cierre de local así como de estar pendiente de su administración, labor en la que cuenta con el respaldo de Carlos Adrián y Andrea, claro está, cuando sus ocupaciones lo permiten ya que ambos han concluido sus carreras profesionales.
—Andrea es licenciada en Fisioterapia y ya tiene su clínica, Carlos Adrián es licenciado en Negocios Internacionales, y en sus tiempos de estudiante también trabajó en el estacionamiento, tanto la caseta, cobrando y moviendo los coches —indicó el propietario, quien por ciento cumple ya 28 años de matrimonio con la señora Lucia a quien conoció en Cozumel.
—Ambos somos de Mérida, así que cuando regresamos, me buscó hasta que me convenció de que sea su novia, esto fue por allá de 1983 o 1984, así es que después de 10 años nos casamos —dijo Lucía, quien recordó varias anécdotas en las que se destacaron la unión y la solidaridad tanto por parte de los integrantes de la Familia Pérez como de los Piña que junto con amigos y clientes, en buen número acudieron a esta celebración el pasado sábado 2 de noviembre.
Texto y fotos: Manuel Pool
