De aplausos (y selfies) no se vive

Por Armando Escalante

Cuando los gobernadores priistas y del PRD se unieron allá por 2001-2002 y concretaron los orígenes y antecedentes de lo que luego se llamó la Conferencia Nacional de Gobernadores, en tiempos de Vicente Fox, lo hicieron convencidos de que debían mantenerse unidos en un frente común ante lo desconocido. Claro, lo hicieron movidos por “el instinto de conservación” y como mecanismo de supervivencia, frente al miedo a lo desconocido (un gobierno del cambio, no priista) decidieron unirse por temor a lo que no sabían que podía ocurrir.

La Conago de ariete, como mecanismo de presión –habían pensado– creyendo que Fox acabaría con sus privilegios, desarticulando presupuestos y dejándolos morir. Nada más alejado de la realidad para aquellos tiempos, con un México en nada parecido al actual. Ni los trataron mal, y no solo no les quitaron dinero, sino que les dieron más.

La unión de todos sirvió de mucho para impedir que le corten a los estados sus recursos. Después se sumaron los de todos los partidos. Pero eso eran Fox y Calderón. Peña Nieto, a quien peor trató es a los suyos. Si no, que Rolando Zapata nos desmienta. Año tras año, EPN le dio tarde a Yucatán el dinero que le correspondía, y cuando pudo, se lo quitó. Por eso tuvo que pedir prestado. Y por eso igual tuvo que decirle a todo mundo esos seis años, que “no había un peso”. Al margen, claro, de lo que se hayan llevado puesto.

Hoy, en 2019 cuando el aplastamiento para los estados desde la hegemonía metapresidencial, parece inevitable, los gobernadores con todo y su Conago nada podrían hacer. AMLO no piensa destinar ni la misma cantidad de dinero ni tampoco respetará las mismas reglas. Al contrario, nos va a quitar todo lo que pueda. Y me temo que con sonrisas y aplausos no se vive. Menos con selfies.

Quienes crean que porque Manuel López no orquestó una rechifla en su contra ya la hicieron, quien crea que los elogios del presidente son una buena señal, se puede quedar sin dinero.

Estoy seguro que el primero que no se tragó los generosos adjetivos para su persona y su investidura es el señor Mauricio Vila. Y más nos vale a todos no creerlos porque está comprobado que a los que ayudan es porque no se pliegan. Lo comprobaremos.

 

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