De vasijas prehispánicas a joyería moderna

La cultura mexicana se ha destacado por el uso tradicional del barro, desde la aparición de la ciudad prehispánica de Teotihuacán, donde se utilizaba para esculturas, adornos y vasijas, hasta las innovaciones de hoy en día en sectores como el de la joyería.

Paola Pastrana, una joven originaria de Ciudad de México y orgullosa de sus raíces afromexicanas, ha revolucionado la joyería Guerrero ya que con un poco de barro, pintura e imaginación ha creado una obra artesanal que puede ser usada con cualquier atuendo.

Collares, pulseras, aretes y anillos de barro es lo que la joven trae dentro de sus colecciones, destacando los pequeños detalles en cada una de sus piezas que miden entre los 3 y 5 centímetros, como lo son las pestañas, los dientes o el diseño de los accesorios de estos.

Entre los muchos diseños que ha realizado la artista, uno de los más cotizados es la máscara del Jaguar de Zitlala, un atuendo ancestral guerrerense utilizado en la época prehispánica por los guerreros del municipio durante sus cruentos combates. También tienen un enorme éxito las catrinas y una máscara dedicada a la Luna.

Uno de los diseños mas exóticos que resalta en su colección es la cara de dos personas de perfil que cada vez que se mueven simulan darse un beso.
“Me gusta muchísimo la cultura mexicana, creo que es una forma de dar identidad y la joyería que llevas contigo es lo que te representa”, comentó a Efe la artista, quien busca resaltar la belleza de la cultura mexicana.

A pesar de ser figuras pequeñas, tienen un diseño tan detallado y personalizado que Pastrana tarda unos siete días para elaborarlas, pues la producción consiste en moldear la figura, hornearla y dibujar cada uno de los detalles.

“Cuando algo te gusta aunque la gente te diga que te vas a morir de hambre, si de verdad es algo que te apasiona, no te detengas”, aseveró contundente.

Aunque de pequeña los sueños artísticos de Pastrana se vieron frustrados, al tener la presión de estudiar una profesión que fuera bien remunerada, tiempo después decidió hacer lo que le gustaba.

A los 21 años comenzó con la técnica de repujado en aluminio con pintura y grabado, pero luego de un tiempo se dio cuenta que la escultura era lo que más le apasionaba, por lo que empezó a perfeccionar los métodos que utilizaba.

Las obras de Pastrana, que son realizadas en el puerto de Acapulco, emblemática ciudad costera de Guerrero, han podido ser vistas por artistas y curiosos en otros estados de México, al haber asistido a varias ferias artesanales.

Incluso algunas de sus piezas han logrado traspasar la frontera mexicana gracias a turistas que han comprado sus accesorios impresionados por su belleza y los han llevado al extranjero.

Por último, la artista añade que uno de sus sueños es tener una representación de México hecha en joyería de barro, enfocado principalmente en máscaras. “Me encantaría hacer algo que representara a cada estado de México”, finalizó.

Texto y foto: El Universal

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