¿Debes dar la leche de crecimiento a tu bebé?

La leche es un alimento básico para los bebés a partir del nacimiento, bien a través de la leche materna, que es el sistema recomendado por la OMS y el resto de organizaciones internacionales, bien a través de fórmulas artificiales. Al año de vida, llegamos al dilema sobre qué tipo de leche dar a nuestro hijo, en el caso de que no prosigamos con la lactancia materna. Y nos encontramos con dos opciones: leche de vaca o leche de crecimiento.
La leche de crecimiento es una leche especial que se elabora a partir de leche de vaca desnatada a la que se añaden algunos componentes con el fin de enriquecerla. Se asemeja bastante en composición a la leche de continuación y pretende ser un paso intermedio entre la de continuación y la leche de vaca, ya que está indicada para tomar a partir del año hasta aproximadamente los tres años de edad. No posee legislación específica sobre su contenido, así que en este sentido la industria se basa en las normativas que hacen referencia a la leche de continuación.
La leche de crecimiento tiene una composición tal que parece que, a priori, se ajusta a las características de inmadurez de los aparatos digestivo y renal del niño. Sin embargo, a partir del año de edad, por un lado, las necesidades del niño van aumentando en cantidad y en variedad, y por otro, la madurez de su organismo hace que ya sea capaz de digerir y procesar alimentos que antes no podía, como la leche de vaca.

¿SON NECESARIAS?

Por todo ello, existe actualmente bastante controversia acerca de la necesidad o del beneficio de ofrecer leche de crecimiento a los niños. Y no únicamente por el tema de que este tipo de leches son bastante más caras que la leche de vaca, sino por la utilidad real de este producto.
En principio, a la edad del año todos los sistemas y organismos del niño están preparados para tomar leche de vaca. Sí es cierto que ésta tiene algunos componentes como el exceso proteico y la falta de suficiente hierro que hacen que, por sí sola, no sea un alimento completo. Pero nunca debemos olvidar que, a esta edad, el niño ya come –o debería–, de prácticamente todos los grupos de alimentos y que su única limitación vendrá dada por la tolerancia individual o el riesgo de atragantamiento. Así que la leche no es el único alimento que toma.
Si el resto de la dieta que toma el niño es variada, completa y equilibrada, incluyendo de todos los grupos de alimentos (fruta, verdura, aceite de oliva, carne, pescado, legumbre, huevo…) todos los nutrientes que son deficitarios en la leche de vaca se podrán aportar por el resto de su alimentación. Este sistema es el que usamos el resto de nuestra vida para complementar la dieta: tomar de todos los grupos para no tener déficits.

INDICACIONES

Existen en el mercado numerosas marcas que comercializan leche de crecimiento con sus variaciones individuales pero, en general, la composición de este tipo de leches apunta por un lado a su origen, que es la leche de vaca desnatada y, por otro, a la adición de algunos componentes que modifican el perfil inicial.
Se comercializa a través de diversas marcas, por lo que siempre es recomendable fijarse muy bien en el etiquetado. Puede presentarse en forma líquida para ser tomada directamente sin ninguna manipulación previa, o liofilizada, es decir, en polvo. En este último caso, al igual que las leches de inicio y continuación, debe ser reconstituida para su consumo, añadiendo la cantidad de agua que se le ha extraído antes para su mejor conservación.
Pueden existir determinados casos de niños en los que esté más indicado el uso de leches de crecimiento: estricto control proteico, polialergias alimentarias que limiten tanto la dieta que sea beneficiosa la suplementación de este tipo de leche, problemas digestivos para la introducción de la leche de vaca, etcétera.

 

Texto: Agencias

 

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