Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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Este sábado se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres, un día para luchar, para exigir, para alzar la voz en la búsqueda de justicia, de igualdad, de derechos, de mejores condiciones para las niñas, para las jovenes, para las mujeres de todas las edades. Pero, también, un 8 de marzo en el que es necesario visibilizar a quienes, con su propia historia, son ejemplo de resistencia, de esfuerzo y lucha.
En 1967 Kathrine Switzer, con a penas 19 años, consiguió con una “trampa” en su nombre inscribirse al maratón de Boston; nunca antes una mujer había participado con un dorsal oficial, pues este deporte era exclusivo para los hombres. Las fotos de ella intentando ser expulsada de la competencia por parte de uno de los organizadores, son imágenes que han trascendido las generaciones, como una clara muestra de lo que ha significado ser mujer dentro del deporte y otros escenarios de la vida.
Cuando la tenista Billie Jean King fue retada en 1973 por Bobby Riggs a un partido de tenis, para demostrar que los hombres eran superiores a las mujeres en este deporte, quizá ella no demoró mucho en aceptar la invitación pues, esta deportista, había pasado buena parte de su carrera exigiendo mejores condiciones para las mujeres que lo practicaban. El partido denominado “la batalla de los sexos” fue ganado por Billie en uno de los acontecimientos más significativos en la historia del tenis.
En México estuvo la atleta Enriqueta Basilio para encender el pebetero en Ciudad Universitaria, en 1968, siendo la primera mujer en tener esa encomienda en unos Juegos Olímpicos. Después estuvo Soraya Jiménez, para dejarnos claro que las mujeres mexicanas podían alcanzar la gloria olímpica. Y con el paso de los años hemos tenido a Maria del Rosario, a Paola, a Iridia, a Alexa, a Ana Gabriela, a Amalia, a Maribel, a Kenti, a Gloria, a Gilda, a Charlyn, a muchas mujeres que nos han impulsado a ir por más.
Reconozcamos a todas, a las deportistas amateur, a las profesionales, a las que solo lo practican de manera recreativa. Reconozcamos a las entrenadoras, a las juezas, a las directivas, a las reporteras, a las psicólogas, a las doctoras; porque el ejemplo de cada una de ellas ha despertado algo que nos llena de orgullo y nos motiva a seguir adelante dejando precedentes. Que nunca se nos olvide que el deporte es tan grande que tiene espacio para todas nosotras.
La cancha que hoy recorremos es gracias a las mujeres que antes lo construyeron y nuestras acciones de hoy permiten cimentar los pasos de las que vienen. Por un futuro, pero sobretodo, un presente sin miedo, sin violencia, sin muros, sin mujeres que hagan falta, sin desigualdad, donde el deporte sea un espacio seguro para quienes decidan practicarlo. Por un mundo en el que tu y yo seamos libres de cumplir nuestros sueños, hasta donde nos lleven.