Un grupo de investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston (UTHealth), de Estados Unidos descubrió un neurocircuito en ratones que cuando se activa, aumenta el nivel de estrés y disminuye el deseo de comer, lo cual podría suponer un avance en el abordaje de trastornos alimentarios graves, como la anorexia nerviosa.
Esta patología presenta una tasa de mortalidad más alta que cualquier trastorno mental, según han informado desde el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.
Quienes la padecen evitan los alimentos o comen cantidades muy reducidas porque se ven a sí mismos con sobrepeso.
El estudio, publicado en Nature Communications, se ha centrado en examinar un neurocircuito que conecta el hipotálamo paraventricular, una zona del cerebro relacionada con la alimentación, y el tabique lateral, la zona emocional.
Cuando este neurocircuito fue activado los investigadores pudieron observar un aumento de los niveles de estrés y ansiedad, mientras que al mismo tiempo disminuía el apetito.
Así, cuando se paralizaba su funcionamiento se produjo el efecto contrario. Para el desarrollo de la investigación, el equipo utilizó la técnica optogenética para activar y desactivar las neuronas.
En este sentido, Qingchun Tong, profesor en el Centro de Enfermedades Metabólicas y Degenerativas de la Escuela de Medicina McGovern en UTHealth (Estados Unidos) y autor del estudio, ha explicado que los hallazgos “han permitido identificar una parte del cerebro en un modelo de ratón que controla el impacto de las emociones en la alimentación”.
Por último, el experto ha concluido que cree que estos datos podrían servir para controlar la parte del cerebro humano que regula el hambre, ya que los ratones y los humanos tienen sistemas nerviosos similares.
Texto y foto: EFE/Agencias