SOFÍA MORÁN
Hace algunos años, al inicio de mi carrera universitaria, tuve la oportunidad de celebrar por primera vez el 8 de marzo, Día internacional de la Mujer. Junto a mis compañeras de distintas ingenierías decidimos compartir un mensaje poderoso: denunciar la discriminación que enfrentábamos por ser mujeres en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), donde históricamente han predominado los hombres. Era época de pandemia, y nuestro mensaje tomó forma en un video en el que cada una de nosotras pronunciaba en voz alta una frase dolorosa que habíamos escuchado simplemente por soñar con ser ingenieras, científicas o matemáticas.
Frases como “La palabra ‘ingeniera’ no existe, todos son ingenieros”, “Las mujeres no pueden estudiar ingeniería; para ser ingeniero se necesita ser racional, y las mujeres tienen días en los que no pueden controlarse”, “Eres demasiado delicada para estudiar ingeniería”, o “Si estudias ingeniería, ¿cuándo vas a cuidar a tus hijos? ¿Cuándo vas a atender a tu marido?” resonaron en ese video. Estas palabras, en su mayoría pronunciadas por maestros, padres y figuras importantes en nuestras vidas, reflejaban los estereotipos y prejuicios que aún enfrentamos.
Sin embargo, nuestro video no se quedó en lo negativo. Continuó con mensajes de mujeres inspiradoras y exitosas en áreas STEM. Imagina el impacto de escuchar, en tu primer año de carrera, a la capitana e ingeniera de la marina estadounidense, a una doctora en medio ambiente y sustentabilidad, a una investigadora nacional, a ingenieras y a una química jefa de laboratorio, todas alentándose a ser parte del cambio, a transformar la sociedad, a seguir nuestros sueños y destacar. Sus palabras nos recordaron que lo imposible no existe para una mujer y que somos mucho más de lo que nos dicen que no podemos ser.
Hoy, con orgullo, puedo contarles que todas mis compañeras y yo continuamos en nuestras áreas. Muchas de nosotras nos dedicamos a la divulgación científica, al activismo climático y nos hemos convertido en figuras inspiradoras para otras niñas y mujeres.
Ésta es solo una historia de muchas, una lucha que, poco a poco, está dando frutos. No solo se trata de abrir espacios para las mujeres y niñas que quieren estar en estas áreas, sino también de asegurar la igualdad de género y acabar con las estructuras machistas que nos impiden acceder a posiciones de toma de decisiones dentro de nuestras áreas.
Estas palabras están dedicadas a todas aquellas que aspiran a una carrera en STEM, a aquellas que ya son ingenieras, científicas y trabajan en el sector privado, la academia, la industria, el sector público o las asociaciones civiles. Nunca olviden que el primer paso es entrar a estos espacios, pero el siguiente es asegurar que se abran más puertas y oportunidades para todas las demás. Nuestro trabajo debe comprometerse con la construcción de un futuro sostenible y accesible para todas las personas, especialmente para quienes enfrentan obstáculos estructurales.