SOFÍA MORÁN
En el marco de mi preparación para la Cumbre Mundial de la Juventud sobre el Clima 2025 (que tendrá lugar en Brasil la próxima semana), hoy, 26 de marzo, reflexiono sobre el Día Mundial del Clima, establecido por la ONU para recordarnos sobre la importancia de este sistema vital y advertir las graves consecuencias de su alteración.
El clima es el conjunto de condiciones atmosféricas como la temperatura, la humedad, el viento, la presión, entre otros. Es la base invisible que regula todo lo vivo. Parece estático, pero es un equilibrio frágil. Y hoy, justamente, lo conmemoramos porque las actividades humanas han alterado el curso natural del clima, desencadenando un efecto dominó de consecuencias: ecosistemas fracturados, temperaturas extremas y un cambio climático que avanza sin pausa. Peor aún, caemos en un círculo vicioso: emitimos gases de efecto invernadero, el calor aumenta, demandamos más energía para mitigarlo, y al quemar combustibles fósiles, agravamos el problema. ¿Estamos atrapados en un sistema roto?
Nuestra respuesta debe ser no, pero el tiempo corre. Por eso existen cumbres, acuerdos internacionales y demás esfuerzos para impulsar que los gobiernos generen e implementen políticas con el objetivo de reducir los impactos del cambio climático y las consecuencias negativas que afectan a la sociedad. De igual forma, las empresas deben asumir su responsabilidad social, y la sociedad, informarse y actuar. Exigir cambios, pero también generarlos.
¿Cómo sumarse? Investiga en fuentes confiables, exige acciones concretas a las autoridades, pero también transforma tus hábitos: consume menos y mejor, recicla tu basura, ahorra agua y energía, elige transporte sostenible, reduce la carne, participa en reforestaciones y otras actividades de educación ambiental. Y sobre todo, comparte este mensaje. Háblalo en la mesa familiar, en las aulas, en las redes, y especialmente, con las nuevas generaciones, aquellas que nacimos, vivimos y viviremos con las consecuencias del cambio climático. Porque el clima no es un tema de especialistas: es el aire que respiramos, el suelo que pisamos, el futuro que nos espera.
La cumbre en Brasil marcará un nuevo capítulo en esta lucha. Allí, las juventudes alzaremos la voz junto a expertos internacionales y autoridades para exigir acciones inmediatas: tanto para mitigar el cambio climático como para adaptarnos a sus efectos, que ya son una realidad irreversible. Ojalá las generaciones futuras miren este momento como el punto de inflexión en que decidimos reescribir nuestro destino.