Dios ama a Yucatán y le extendió misericordia

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

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Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16.

La oración tiene poder, pues la oración del justo puede mucho y el corazón de Dios puede cambiar con respecto a situaciones si al menos hay alguien que crea, que ore con fe… Aún queda un remanente fiel. Precisamente por ser Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente, pero también amor, la respuesta a la intercesión puede darse de maneras no imaginadas y que muchas veces no son como uno espera, superando las expectativas, todo, de acuerdo a su buena, agradable y perfecta voluntad. Para Dios, el futuro es historia, no se circunscribe al Cronos humano, sino que también contempla el Kairós, y el tiempo deja de tener sentido para el humano: un día son como 1,000 años, la relatividad, lo cuántico, todo ello lo creó Dios de manera perfecta (hay muchísimo que aún desconocemos, Jeremías 33:3). Como ninguno de nosotros es Dios, no somos capaces de entender sus planes perfectos, y aunque todo parezca malo desde el punto de vista humano limitado, siempre es bueno desde el punto de vista divino y eterno. La solución es directa, hay un solo camino, verdad y vida: Jesús. Al hacer la decisión por fe en Jesús, a partir de ello, se es salvo por fe y no por obras para que nadie se gloríe y tras ello, todo lo que ocurre en la vida tiene un propósito e interpretación eterna y lo terrenal se entiende como valioso pero secundario, por lo cual, la acción de gracias es continua, se comprenda o no lo ocurrido. El paso del huracán Beryl por Yucatán nos deja una reflexión importante sobre lo frágil que es la vida y lo impredecible que puede ser la naturaleza. Al principio, se esperaba que Beryl fuera un huracán devastador, generando mucho temor y preparativos intensos. Sin embargo, conforme se acercaba, su fuerza disminuyó y causó menos daños de los esperados. Personalmente creo que este giro inesperado nos invita a reflexionar sobre la misericordia de Dios. En momentos de incertidumbre y peligro, que la intensidad del huracán haya bajado puede verse como un acto de Gracia, una muestra de protección y compasión por parte de Dios hacia nosotros. Esto nos recuerda que, aunque la naturaleza a veces parece implacable, también hay momentos en que vemos la intervención del Creador que nos brinda alivio y esperanza. La experiencia de Beryl nos llama a ser agradecidos y humildes, reconociendo la grandeza de Dios en nuestras vidas y la importancia de mantener la fe incluso en tiempos difíciles. Además, es un recordatorio de nuestra responsabilidad de cuidar y prepararnos adecuadamente, respetando las fuerzas naturales y confiando en la providencia divina. Al respecto, la gran mayoría de la población yucateca, nos unimos en oración, intercesión, y utilizamos las redes sociales para expresar con libertad, nuestro derecho, la fe que profesamos en un Jesús vivo, y en un Dios omnipotente, cercano, que escucha. Esto no quiere decir que no escuche a todos los demás que atravesaron por Beryl en su máxima expresión, sino que indica, que en Su soberanía Dios decidió bendecirnos, Dios bendijo al pueblo yucateco y debemos estar muy agradecidos por ello. Solo Él sabe el por qué fue así, y ningún ser humano, por más grados académicos que tengamos, podrá entenderlo, y ahí cobra relevancia la fe: “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Por las oraciones de muchos, fueron cubiertos los icnrédulos, idólatras y burladores que, en redes sociales, hicieron gala de su violencia e ignorancia, dejando mal a sus progenitores pues mostraron su falta de respeto y educación, y avergonzaron a sus familias, teniendo muchos de ellos hijos e hijas, a quienes espera una vida muy difícil a lado de personas tan violentas y sin valores. Como mujer, yucateca, académica y profesional, digo no a la violencia en cualquiera de sus formas, no al acoso por cuestiones de fe o de género, y sí a la denuncia de lo mismo, en protección no solo propia, sino, sobre todo, de otras jovencitas o jovencitos menos fuertes espiritual o psicológicamente, que puedan ser dañados con las “risas, ofensas, imágenes abusivas, burlas”, en contra de Dios o de sus personas. Es profundamente lamentable la normalización de la violencia y el acoso en facebook (risas ante tragedias, fe, publicaciones no graciosas) y casos de inducción a la depresión y suicidio en jovencitas y jovencitos también. Es necesario legislar más al respecto, siendo este un buen tema de psicología jurídica. Las risas son un intento de violencia pasiva y en lenguaje cibernético sí es violencia. Si alguien lo ejerce de primero, quien lo recibe, puede responder en defensa propia. Nadie debe ejercerlo de primero. Mucho menos enviar ofensas, amenazas, ataques, imágenes satánicas, de miembros, y demás. La violencia no se normaliza: se denuncia, se expone y se frena. Así funciona. No normalices en otros lo que no querrías para tu esposa o hijas.