El drama del pueblo de Irak más odiado por el Estado Islámico

IRAK.- Haso es una kurda yazidi liberada hace un mes junto a cinco de sus hijos tras pasar tres años secuestrada por el Estado Islámico, pero la paz nunca llegó. Vive en una comunidad que vive mayoritariamente en la provincia de Nínive, en el norte de Irak, en las regiones de Jabal Sinyar y Shaija, siendo su epicentro la ciudad de Mosul.

También hay yazidíes en algunas zonas de Irán, Turquía y Siria. Los yazidíes permanecían “ocultos” al mundo hasta que aquel fatídico agosto del 2014, las hordas del Estado Islámico atacaron Sinyar arrasando a su paso, asesinando, quemando y secuestrando.

Algunos consiguieron escapar a las montañas y cruzar hasta Siria, gracias a la protección de los milicianos kurdos del YPG, quienes abrieron un corredor. Otros 4000 continúan secuestrados.

“El Daesh (Estado Islámico) separó a los hombres de las mujeres y niños. Esa es la última vez que vi a mi marido. Los fusilaron, cortaron sus cabezas, incluso a los que aceptaban convertirse. Luego hacían subastas, nos daban ropa limpia y nos hacían desfilar”, afirma.

Los interesados iban ofreciendo dinero para llevarse a su “presa”. “Me vendieron hasta tres veces, la última fue la peor. Un sudanés que nos maltrataba, nos torturaba…Meses más tarde le convencí para que comprase también a mis hijos, a los que obligaba a trabajar en la casa o incluso los prestaba a otras familias para que los usaran en las tareas del hogar, cargando cosas o haciendo recados” añade.

“Se ensañaba sobre todo con los varones”, dice mientras levanta la camisa de uno de los pequeños de seis años, con varias cicatrices en la espalda. Parecen arañazos, latigazos “tatuados” a puro golpe con varas de olivo y cuero.

El otro, de 14 años, ni siquiera habla. Tampoco sonríe. Balbucea, babeando el plato de hummus –puré de garbanzo- que sostiene en sus manos. La saliva derrama el plato. “El sufrió mucho, está recibiendo tratamiento psicológico en la escuela del campo” aclara Haso.

“La mujer de nuestro amo era especialmente violenta”, nos insultaba y maltrataba. Aunque ha perdido el rastro de sus hijos todavía secuestrados, piensa que están en Raqqa.

El mayor de 15 años ya lucharía en el frente. De su otra hija de 13 tiene algunas fotos que le envía periódicamente el Estado Islámico a su teléfono móvil. En las imágenes se la ve triste, vestida de negro de pies a cabeza. Ultrajada. “Piden 15.000 dólares por ella pero no alcanzamos”, afirma.

Desde que en 2014 el Estado Islámico instaurara el califato en territorio iraquí, miles de yazidíes han sido torturados y asesinados mientras las mujeres eran utilizadas como esclavas sexuales y obligadas a convertirse al Islam.

Agencias

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