Editorial de Peninsular Punto Medio

Los mexicanos estamos inmersos desde hace días en el ambiente generado por el Día de Muertos, fecha en la que recordamos a quienes han emprendido el viaje sin retorno y que en algunas comunidades o estados se convierte en todo una celebración que atrae a miles de turistas, nacionales o extranjeros.

En el caso de Mérida esa actividad que hace único los festejos por el Día de Muertos es el Paseo de Ánimas, que, de acuerdo a las autoridades, reunió a 50 mil asistentes el pasado viernes por la noche.

También ya son toda una tradición las misas en los camposantos de Mérida, que en algunos casos son oficiadas por el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega, aunque este año no lo hará. 

La Arquidiócesis de Yucatán informó los horarios y destaca la del obispo auxiliar Pedro Mena Díaz, a las 11 de la mañana, en el Cementerio General.

Como seguramente ya hemos leído, no hoy, ni ayer, sino siempre, el recuerdo a la muerte de nuestros seres queridos es una fiesta en México, contrario a otros países. Es por ello que hoy, seas creyente o no, de la religión que profeses, es tradición milenaria recibir a los que nos visitan con su altar de muertos, en el que se colocar artículos que gustaban a “visitante”, que en muchos hogares incluye el tradicional pib, pues es difícil que haya alguien que haya vivido en estas tierras y no le guste ese platillo.

¿Qué es la muerte? Citamos a Elena Martin, en Sumario Yucatán: “La muerte te da certeza, te da la oportunidad de iniciar en otro lugar, en otro espacio, en otra vida. Es un nuevo comienzo, la vida y la muerte siempre irán de la mano, como el inicio y el fin, como el día y la noche, como la luz y la oscuridad, no hay una sin la otra”.