Editorial de Peninsular Punto Medio

Acabó el Clásico Mundial de Béisbol con un juegazo y el título para Japón, que venció 3-2 a Estados Unidos en Miami, Florida.

Se trató de un torneo en el que se vieron las caras los mejores jugadores del mundo en este deporte, pertenecientes a los países que vieron acción, entre ellos México, con una final soñada para los organizadores, entre estadounidenses y japoneses.

El resultado final dejó satisfechos a miles en el mundo, pero más a los orientales, que ya tiene tres trofeos en sus vitrinas.

En el duelo de ayer llamó también la atención la rivalidad en el campo de dos jugadores que son estrellas de su equipo en las Grandes Ligas, los Angelinos de Los Angeles de Anaheim: Mike Trout y Shohei Ohtani. Bueno, pues el partido concluyó con un ponche del astro japonés al astro estadounidense. Para la historia.

En el caso de México ya todo se ha dicho, aunque no en este espacio, pues se trató de la mejor actuación de los nuestros en este tipo de competencias, en donde llegaron a las semifinales y cayeron el pasado lunes ante los ahora campeones.

Ya era un jugador estelar en las Mayores con los Rays el cubano-mexicano Randy Arozarena, pero en este torneo se volvió ídolo de la fanaticada de México con sus grandes atrapadas que salvaron el juego ante Puerto Rico y el lunes, por alguna parte de la jornada, ante Japón.

De Arozarena seguiremos hablando, se lo merece, se lo ganó en el terreno de juego y con la atención que tiene con los aficionados. Desde ahora, no sólo seguiremos desde México lo que hace Julio Urías con los Dodgers de Los Angeles, o Luis Urías con los Cerveceros de Milwaukee o el mismo Patrick Sandoval con los Angelinos de Anaheim. También lo haremos con Randy.