Editorial de Peninsular Punto Medio

Desde que este caso se dio a conocer en el 2017, la megagranja de Productos Alimenticios Porcícolas en Homún se ha vuelto un verdadero dolor  de cabeza para todos los que participaron de manera directa e indirecta en esta inversión y demostró una vez más la fuerza que tiene el ciudadano para poder combatir contra actos que consideran injustos o que atentan contra los intereses comunes.

Si bien es cierto que la granja de Homún daría posiblemente miles de empleos a ese municipio, también las autoridades de este municipio no hicieron su trabajo de preguntar a los ciudadanos si era realmente lo que querían, ya que una buena parte de la población vive del negocio de los cenotes, y sienten que esta obra será perjudicial para ellos.

De nada han valido los argumentos del grupo empresarial que está detrás de la granja, ya que la gente no confía en que en verdad se cumpla la promesa de no contaminar el manto freático y llenar de olores a todo el municipio de Homún.

Creemos que este tipo de inversiones debe ser totalmente sustentable y circular, para no dejar un daño permanente a la población, pero la realidad es que en este caso en particular las cosas se hicieron tan mal desde el principio, por lo que ahora no importa que la empresa quiera poner la más alta calidad en el tratamiento del agua y los desechos que generarían los cerdos: no habrá punto de acuerdo. Ya está manchada y creemos que no tiene futuro.

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