Las imágenes de video y fotos que nos llegan de Guerrero tras el paso del huracán “Otis”, en especial de Acapulco, son devastadoras. Negarlo es ocioso. La naturaleza, una vez más, nos muestra el poder de destrucción que genera en ciertas circunstancias.
Y si a eso le sumamos las pocas acciones de prevención o resguardo de los ciudadanos, como parece que sucedió en las zonas de impacto, las consecuencias son graves y catastróficas.
Ya habrán opinadores, columnistas o medios de comunicación que busquen culpables entre las autoridades de todos los niveles o entre la clase política, pero a nosotros, desde la distancia, no nos queda más que apoyar.
Es por ello que nuestra nota principal de la edición impresa de este viernes tiene que ver con el llamado a los yucatecos a solidarizarse con los damnificados de Guerrero, que, por lo visto son miles. Ellos nos necesitan y hay que responder como hermanos de la misma desgracia, ya que desde estas tierras sabemos cuán trágico pueden ser estos fenómenos meteorológicos.
Quizás los más jóvenes no lo sepan, pero la naturaleza ya nos ha azotado de la misma manera y fueron horas, días y meses difíciles, en donde lo más importante es salvar la vida, pues lo material se puede recuperar con el tiempo.
Es por eso que, por muy poca que sea, siempre es bienvenida cualquier ayuda para los damnificados, en este caso para los guerrerenses que sufrieron los embates de la naturaleza.
Busque los centros de acopio, que se están instalando en varios lugares públicos de la ciudad y done. Un hermano en desgracia se lo va a agradecer.