Editorial de Peninsular Punto Medio

“Quién no tenga un amigo libanés, que lo busque”. Se trata de una frase atribuida al expresidente de México Adolfo López Mateos.

Ayer, la Cámara de Senadores aprobó un dictamen que declara el 22 de noviembre el Día de la Comunidad Libanesa en México.

No es para menos, pues la comunidad de ascendencia libanesa en Yucatán, por ejemplo, ha contribuido al desarrollo económico del Estado, pero también de toda la Península.

En las páginas de Peninsular Punto Medio seguramente ya leyó de los trabajos que desde el Club Libanés de Mérida se hacen para promover la cultura de los descendientes de esa nación, pero también de las tradiciones locales.

El esfuerzo de quienes desde muy lejanas tierras llegaron a México para convivir, huyendo de la persecución religiosa y de unas inequitativas leyes de sucesión, se convirtió en la semilla que tantas oportunidades dio para tantas generaciones, sin importar su apellido.

En el caso de Yucatán, la migración libanesa permitió la transformación, específicamente, en comercio y con el establecimiento de grandes almacenes, se reconoció en el Senado de la República.

Veamos lo que dijeron dos senadores yucatecos: Rolando Zapata Bello (PRI): “Reconocer a la comunidad libanesa con un día en el calendario nacional es un acto de justicia y también una manera de celebrar a la parte de la mexicanidad que ha tomado varios rasgos de la cultura libanesa que la han hecho un mosaico tornasol de diferentes tonos y colores”.

Jorge Carlos Ramírez (PVEM): “La economía libanesa se insertó en la economía mexicana, y en Yucatán significó una profunda transformación, pues permitió la migración de la economía del henequén que decaía en una floreciente economía basada en el comercio, al mismo tiempo que sustentó el turismo en Cancún y en Huatulco”.