Multas y advertencias de sanciones le han costado a la Federación Mexicana de Futbol por no poder erradicar de los estadios el tristemente célebre grito de “Eeeeeeeeh p….”, catalogado por las máximas autoridades del futbol como “homofóbico”.
Pero como toda costumbre que se hace ley se aprende –o desaprende- mejor con el ejemplo que por la vía de la imposición. La homofobia o discriminación por preferencia sexual en el futbol inicia muchas veces en el seno de los clubes, desde sus directivas, en los vestidores y luego salta a las canchas.
Las imágenes de Cauteruccio y Salas (jugadores de Cruz Azul) juntos y muy de cerca en un piscina, que circulan en redes sociales, han generado controversia no solo por un supuesto romance, interpretado así por los medios, si no por una supuesta sanción de su Directiva y Cuerpo Técnico que los mantiene separados del primer equipo precisamente como consecuencia de esas imágenes.
En pleno Siglo XXI sigue siendo un tema que se oculta en el futbol profesional como si no existiera. Y peor aún, que se sanciona. Ciertamente a los que amamos el futbol nos importa más lo que sucede en la cancha y no afuera. Pero la doble moral que se ejerce desde adentro en este tema no le hace bien a nadie.
En la charla del Café argumentaba un amigo: “es probable que en caso de que exista la sanción se deba a una violación de contrato de los jugadores por conductas que dañan la imagen del Club”, a lo que únicamente contesté “es probable que en caso de que exista ese tipo de contrato se trate de una violación a los derechos humanos”.
