El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, felicitó a los laicos en su día, pues tienen la tarea de santificar el mundo, al llevar el Evangelio a la milpa, a la pesca, a la empresa, al comercio, a la educación, a la cultura, al arte y al deporte. “Ustedes son hombres y mujeres de Iglesia en el corazón del mundo; hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia”, resaltó.
Indicó que la intención de esta celebración es darles a todos los laicos el lugar que ocupan en la Iglesia como miembros del Pueblo de Dios, tal como quedó definido en el Concilio Vaticano II. Por eso en el año 2018, los obispos de Mé- xico elegimos esta fecha de la solemnidad de Cristo Rey, teniendo presente que, hace casi cien años, junto a un gran número de sacerdotes, muchos laicos dieron la vida por defender su fe, al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.
Agregó que por la misma razón, los obispos elegimos para ustedes como patrono a un laico, un abogado, el beato mártir, Anacleto González Flores, un hombre piadoso que practicó la vida sacra- mental, que enseñó el catecismo y que de una manera pacífica, defendió la Iglesia y nuestra fe en me- dio de la persecución de nuestras autoridades civiles, exhortando a todos con su predicación y sus publicaciones a no conformarse con la oración privada, sino a expresar públicamente su fe, llevándola a todos los espacios de la vida.
Señaló que muchos católicos tomaron las armas para defender la fe contra las fuerzas federales. A todos los que tomaron esa opción se les respeta, pero el camino de los cristianos nunca debe ser la violencia ni la venganza. Nuestro Evangelio es de paz, y anunciamos a un Rey de paz, el cual dijo a Pilatos: “Mi Reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi Reino, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; ahora, pues, mi Reino no es de aquí” (Jn 18, 36). Refirió que hoy, como siempre, nuestra Iglesia anuncia la paz, a pesar de todas las guerras que hay en el mundo; reafirmamos que ninguna de ellas se justifica, y mucho menos se justifica en nuestra Patria la violencia del crimen organizado, que durante años ha sembrado el terror asesinando, secuestrando, cobrando cuota de piso y corrompiendo a tantas autoridades que les han facilitado sus operaciones.
Señaló que donde existe toda esta maldad y crueldad, Cristo no está reinando. “Nosotros queremos que Cristo reine y por eso oramos por la paz, pero también tenemos que continuar fomentando y participando en diálogos con todos los sectores de la sociedad, para ir fortaleciendo el tejido social. Igualmente es necesaria la educación para la paz, así como la educación contra todo lo que lleva a perderla. Nuestras autoridades tienen el deber de protegernos de toda clase de violencia, y nosotros tenemos la tarea de superar las injusticias, sabiendo que la paz es fruto de la justicia”, mencionó.