El arzobispo pide orar por los migrantes

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, recordó que ayer se celebró la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, y el mensaje del papa Francisco sobre el tema es “Libres de elegir si migrar o quedarse”, y detalló que la inmensa mayoría de quienes migran lo hacen contra su voluntad, expulsados por la pobreza, la violencia, el cambio climático o incluso por motivos políticos.

“Oremos por todos los migrantes y refugiados, hombres, mujeres, niños y familias completas. Oremos por nuestros gobernantes para que encuentren los caminos necesarios a recorrer, para que nadie se vea obligado a la migración”, indicó.

Explicó que inician con la segunda lectura, con la carta que escribió san Pablo a los Filipenses, una comunidad cristiana muy querida para el Apóstol y una de las pocas a las que les recibía ayuda económica. En este pasaje Pablo les presenta un dilema que él tiene entre dos deseos muy fuertes para él: Por una parte, el deseo de morir para partir de este mundo y estar ya con Cristo; por otra, el deseo de continuar su trabajo apostólico para fortalecerlos en la fe.

“¿Quién de nosotros podría compartir con san Pablo el primer deseo de partir para estar ya con Cristo? Si tuviéramos una fe plena, absoluta y total, al estilo de santa Teresa de Ávila, podríamos decir como ella: “Vivo sin vivir en mí y tan alta dicha espero que muero porque no muero”. El Apóstol afirma que este deseo es el mejor, pero mientras el Señor le da la vida, él la cuida para servir a la causa del Evangelio.

“El Señor nos ha dado un fuerte instinto de conservación que nos hace amar la vida nuestra y la de los demás, cuidándola hasta donde sea posible. Quien le quita o desea quitarle la vida a otra persona posee un grave desorden moral. Quien se quita la vida o atenta contra sí mismo, tiene también un grave desorden en su mente, pero solo Dios puede juzgar a unos y a otros”, explicó.

Recordó que el Apóstol mencionó que: “Porque para mí, la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (Flp 1, 21). Este testimonio, así como el de tantos mártires y santos, debería iluminarnos y animarnos para que al menos no tengamos tanto miedo a la muerte, y crezcamos en fortaleza para despedir a nuestros seres queridos que nos dejan.

Texto y foto: Darwin Ail