El asilo o la cárcel

Carlos Hornelas

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Las elecciones de Estados Unidos pasan por un predicamento.  Los dos contrincantes llevan tras de sí una cauda imposible de ignorar. Además de ello, la juventud no es precisamente un tesoro del cual gocen a cabalidad y el momento en el cual son apoyados por sus respectivos partidos es, en gran medida, por la ausencia de liderazgos de relevo generacional que pudieran resultar alternativas interesantes para los votantes.  A estas alturas de la contienda pensar en cambiar a uno o a otro es verdaderamente un volado. Pero es lo que hay.

Biden ha servido al menos, 40 años, como un político con solidez y estabilidad ya sea siendo senador o como vicepresidente, antes de asumir la prelatura del poder ejecutivo, lo que le brinda una amplia experiencia y conocimiento de todo el Estado, la dinámica de su propio partido y es ampliamente conocido por los americanos, no solamente porque sea el actual presidente, sino por lo que lleva acumulado. Además, Biden parece, a diferencia de su adversario, un hombre sencillo y empático con el votante promedio.

No obstante, después del último debate presidencial, la opinión general gira en torno a lo avanzado de su edad y es común cuestionarse si todavía es capaz de soportar la carga de un segundo mandato tomando en cuenta su rendimiento decreciente, no solo en el plano físico sino también en el mental.

Hunter Biden, hijo de Joe, ha sido investigado por evasión fiscal y posesión de armas sin el permiso respectivo y en el corto plazo podría enfrentar condenas que implican prisión. Sobre este último tema, hay quienes siembran la insidia que su padre podría indultarlo, de llegar al poder.

En cuanto a Trump, desde la campaña en la cual ganó la presidencia su imagen de ser un rebelde que está en contra del sistema le ha rendido frutos. Se ha victimizado en muchas ocasiones y ha inventado conspiraciones en su contra que algunos de sus seguidores han tomado como verdad revelada. Trump ha sabido utilizar a su favor los medios tradicionales de comunicación así como las redes sociales y los portales políticos. En lo que refiere a su presencia en los mítines, debemos agregar que tiene un perfecto timing y llena el escenario gracias a su espectacularidad y su estilo beligerante.

Para el americano promedio, Trump representa grandes ideales encarnados: es un millonario, empresario exitoso y político que arrasa con su magnetismo. Esto mismo enciende las alarmas de su propio partido, pues en ocasiones se ha extralimitado en sus declaraciones, como cuando llamó a tomar el capitolio.

Sus problemas legales son ampliamente célebres y podría enfrentar una condena que lo lleve a prisión. Además, tiene un temperamento volátil y no respeta la palabra que empeña. Parece que los extremos están entre el asilo y la cárcel.