El Bazar de fierros cumple 59 años de existencia

El pasado 19 de junio, el llamado Bazar de Fierros cumplió 59 años de existencia. Fue inaugurado en 1960 por el gobernador Agustín Franco Aguilar y entre los fundadores que trabajaron con mucho empeño para lograr juntar el dinero que se requirió para la construcción los locales se recuerda con mucho afecto a Felipe Tun, Nico Solís y Rubén Flores, padre del ingeniero y auditor en seguridad vial René Flores Ayora, quien en amena platica con Punto Medio, recordó que anterior a este inmueble ubicado en el predio número 492 de la calle 67 entre 58 y 60, los locatarios tenían instalados sus tinglados en los alrededores del Parque Eulogio Rosado.

—Cuando les dijeron un año antes que los retirarían del lugar, estos señores se avocaron a buscar un terreno cercano, y una vez que los encontraron, mi papá fue el encargado de organizar mutualistas para pagar de manera quincenal el costo de cada uno de los departamentos que fueron construidos por la compañía de Ingenieros Contratistas Unidos, que luego fueron rifados por la cuestión de la ubicación —destacó el ingeniero, quien recordó que el inmueble contaba con un comedor y un baño al fondo del pasillo, que pertenecía a los socios y que finalmente “alguien” se los apropió.

—Allá encontrabas desde un tornillo, regaderas para jardín hechas de hojalata, bombas para sacar agua y hasta veletas; había varias ferreterías, hojalateros y torneros como mi padre, Rubén Flores que era muy solicitado por su diseño de su máquina para pelar naranjas que tiene una historia muy especial que inició porque mi abuela al pelar una china se cortó, entonces para evitar que le ocurriera otro accidente ideó esta maquinita que parece un torno —comentó Flores Ayora.
Hasta entonces, en el mercado había una máquina beliceña o inglesa que tenía la misma utilidad, nada más que tenía el inconveniente de que al ser construida a base de engranes pesaba de 10 a 12 kilos, mientras que la maquinita de don Rubén que construyó a base de resortes y barras era más pequeña y práctica.

Fue tanto el éxito de este diseño que gente de Estados Unidos, ingleses, franceses acudían al Bazar de Fierros para adquirir su maquinita, y a la fecha son el tesoro más preciado de venteros de chinas que las conservan en perfectas condiciones y las presumen montadas sobre sus triciclos.

—Es un gusto ver que en el cuerpo de la maquinita se encuentra grabado sobre el bronce el nombre de mi padre: Rubén Flores, quien nos enseñó a cada uno de sus cinco hijos una parte del proceso de fabricación, dijo el entrevistado, quien refiere que acerca de su padre también diseñó y construyó máquinas para exprimir naranjas y raspar cocos además de otras para encorchar oro. —Era como Ciro Peraloca, cuando le pedían algo, lo ideaba —subrayó.

Pero de don Rubén que falleció apenas hace dos años a los 92 años, hay muchas cosas que contar como el hecho de que en su juventud fue boxeador profesional, y como “Babe” Flores escenificó numerosas batallas en el Circo Teatro Yucateco y que durante la Segunda Guerra Mundial su talento como tornero lo llevó a trabajar en una fábrica de armamento en Nebraska, además de que en San Francisco trabajó en una empresa ferrocarrilera, la Western Pacific Railroad y también estuvo en Hawái, de lo cual, el ingeniero Flores Ayora promete compartir más detalles próximamente.

Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Cortesía

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