Las condiciones climatológicas extremas van a producir un descenso drástico en las cosechas del lúpulo, fundamental para la elaboración de la bebida
Los expertos no se cansan de alertar de los efectos que ya está teniendo el cambio climático e inciden sistemáticamente en la necesidad de cambiar el rumbo. Su impacto, insisten, alcanza ya a múltiples sectores, y ya ha llegado incluso a la barra del bar: las altas temperaturas y la sequía van a afectar a las cosechas, y con ello a la cerveza.
Así lo asegura un estudio publicado por la revista Nature, en la que destacan que las condiciones climatológicas extremas, –con intenso calor y sequías frecuentes–, van a producir un descenso drástico en las cosechas del lúpulo, que es fundamental para la elaboración de la cerveza.
Concretamente, apuntan a un descenso del 18 por ciento de media en el mundo y de hasta el 35%, –un tercio menos–, de cosecha en España, que será uno de los países más afectados, según la investigación llevada a cabo por la Acedemia Checa de las Ciencias, publicada en Nature.
Este cambio, no obstante, subrayan que no se va a producir de la noche a la mañana, sino que ya lleva tiempo produciéndose. Ahora mismo el lúpulo empieza a madurar 20 días antes que hace 50 años y ya ha caído la producción 0.2 toneladas por hectárea. Así, lo que se prevé es que esta situación se vuelva aún más acusada y los productores alertan de que si hay menos cosecha subirán los precios si ellos pronostican pérdidas.
El impacto del cambio climático y sus efectos, además, no solo va a afectar a la producción; a la cantidad. También a la calidad; al sabor. Concretamente, el pronóstico es que descienda también entre un 20 y un 30 por ciento la producción de los ácidos del lúpulo, que son los que dan ese característico sabor amargo a la cerveza. Por lo tanto, podría cambiar el sabor.
En esta situación, los productores proponen que se adapten los cultivos, reforzando los de las variedades más resistentes al cambio climático para sostener la cadena de producción de esta bebida que es la tercera más consumida en el mundo después del agua y el té.
Texto y foto: Agencias