El caso Pallamares

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

Álvaro Pallamares es un psicólogo infantil chileno que presidía la Fundación América por la Infancia FAI, la mejor institución formadora en el tema de la crianza respetuosa, que recién ha cerrado sus puertas tras el escándalo desatado por las acusaciones contra Álvaro.

Primero, de seguir mujeres de cierto perfil sexualizado en sus redes sociales profesionales, y después nuestra paisana la psicóloga Machy Guerrero, junto con otra colega, denuncian el acoso sexual recibido por este señor en un contexto laboral (más información en las redes sociales de feminismconsciente y psicoeducarmx).

Esto es un escándalo, porque Álvaro era una autoridad en la materia de educar sin golpes, porque le hablaba a las madres de cómo criar a sus hijas e hijos, porque se sabía de sus malos tratos a mujeres que no tenían un estándar de belleza y el trato preferencial a las mujeres con los estereotipos de belleza, y aún así se le siguió encumbrando y mal usó su plataforma para acosar mujeres que lo admiraban y confiaban en él, y querían trabajar con él y aprender, pero claramente no buscaban nada sexual.

Y volvemos al perfil de depredadores sexuales que hay en todos los campos, la psicología no es la excepción, y a agradecer la valentía de las mujeres que alzan la voz ante el acoso y la violencia. En mi caso, me vuelvo a preguntar: ¿Cuál es nuestro papel como hombres ante estas lamentables situaciones?, sigo pensando que como colectivo tenemos que pronunciarnos y hacer algo respecto al comportamiento abusivo de nuestros pares, más allá del “no todos los hombres” o “yo no soy así, yo qué”.

Hay que seguir puliendo los espacios para que los hombres renunciemos al ejercicio de la violencia porque no están funcionando y son insuficientes ante la magnitud del problema, y como profesionales de la salud hombres, seguir aprendiendo de enfoque de género y reconocer que no tenemos por qué hablar de maternidades, y que hacemos un beneficio mayor a la sociedad hablando con los padres para que ejerzan sus paternidades de formas pacíficas.

En particular, como psicólogo hombre reconocer el golpe a la credibilidad en el ejercicio de nuestra profesión, que es lógico ante situaciones como esta que nos tendrían que mover a reflexionar y replantearnos qué significan las relaciones éticas y cómo contribuimos a la justicia social y no a la repetición del estatus quo, reconociendo lo tentador que puede ser abusar de una posición de autoridad sólo para tu beneficio, y si el poder corrompe, estar pendientes de estas dinámicas y patrones para llevarlas hacia la equidad, ser aliados de las mujeres dentro de nuestro gremio y escucharlas, vamos, renunciar al machismo en resumidas cuentas, y más si tenemos la salud mental de otras personas en nuestras manos. ¿Necesitamos como colegas estar más pendientes de los narcisistas y sociópatas que se supone tenemos el ojo clínico para identificar e impedir que lleguen a posiciones de poder?, quizá sea tiempo de tener esta compleja conversación.