En 1910 aparecía con una población de 62 mil 447 habitantes, repartidos en 10 cuarteles que abarcaban el centro y barrios
En la actualidad la capital yucateca supera el millón de habitantes y refleja múltiples problemas relacionados con su crecimiento poblacional. Es muy difícil imaginarnos cómo era Mérida a principios del siglo pasado, cuando apenas en el censo de 1910 aparecía con una población de 62 mil 447 habitantes, repartidos en 10 cuarteles que abarcaban la zona centro y los barrios. Antes comenzaron a aparecer las primeras colonias, entre las que se destacan Chuminópolis, en 1899, y San Cosme, que en 1904 fue la primera colonia urbana y que luego se convertiría en la García Ginerés.
Itzimná figuraba como un pueblo, lo mismo que Chuburná, así es que la composición de la ciudad entonces era predominantemente rural, pues en el territorio que ocupaba Mérida figuraba un listado de 73 haciendas, más otras 7, como San Pedro Noh Pat, Mulchechén y Tehuitz, que pertenecen al pueblo de Kanasín, que entonces era considerado parte de la jurisdicción de la ciudad.
En su obra “Mérida y las haciendas en el siglo XX, territorio rural urbano”, la doctora Blanca Paredes Guerrero, de la Facultad de Arquitectura de la Uady, explicó que el establecimiento de las haciendas que fueron asentamientos humanos fundados en Yucatán por españoles en la segunda mitad del siglo XVIII, se vinculó a la ciudad por la presencia de las vías de comunicación y los mercados urbanos.
Las haciendas primeramente fueron productoras de ganado y de maíz y esto fue así hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando detonó la actividad henequenera.
Entonces, se convirtieron en el centro poblacional más importante de la región y crecieron rápidamente por la fuerte movilidad que existía entre habitantes de otros asentamientos quienes atraídos por el ofrecimiento de tierra para cultivar su milpa y la exención de pagos de impuestos se convirtieron en peones acasillados de las fincas henequeneras.
En 1915, el presidente del país Venustiano Carranza creó la Comisión Agraria Nacional y nombró a Salvador Alvarado, gobernador del estado de Yucatán, quién liberó a los peones de las haciendas e inició el reparto de tierras entre campesinos afectando las tierras de las haciendas en 1918 se hicieron oficiales en todo el estado la gran mayoría de las afectaciones y ejemplo de esto es que la colonia Jesús Carranza ocupó antiguas tierras de la Hacienda Petcanché y que el gobierno repartió entre trabajadores ferrocarrileros.
De las primeras fincas que quedaron comprendidas en la mancha urbana surgieron las nuevas colonias o fraccionamientos se trataba de fincas rústicas, exhaciendas henequeneras o tierras de las mismas que habían sido fraccionada y que quedaron cerca o dentro de la ciudad.
Fue de esta manera que surgieron las primeras colonias populares de Mérida en 1920 entre las que estuvieron la Dolores Otero y la colonia Florida qué tiempo después se convirtió en la Delio Moreno Cantón también la Vicente Solís y la colonia San Damián.
En un cuadro que se presenta en la mencionada obra se mencionó que la colonia Melitón Salazar se formó sobre terrenos de la Hacienda San Isidro, que tenía una superficie de poco más de 50 hectáreas. Colindaba al norte con tierras de Francisco Cisneros en Ignacia León y al sur con tierras de la Hacienda Tecoh de Enrique Escalante Lara y al poniente con la vía de los Ferrocarriles a México y Campeche.
En tanto, las colonias Dolores Otero y Florida, que después se convirtió en la Delio Moreno Cantón, ocuparon las tierras que fueron de Dolores Otero, viuda de Maldonado. Mientras que la actual Vicente Solís está sobre lo que fueron las haciendas San Gerónimo, que era propiedad del Pedro Solís Cámara y que tenía una superficie de 36 hectáreas colindadaba al norte con terrenos del suburbio de San Cristóbal, y la quinta San Salvador, propiedad de Antonio Zaldívar, Carlos Peón Machado, Nicolás y Eusebio Escalante Peón y Pedro Peón Contreras. Tenía una extensión de 15 hectáreas.
Para 1920 también figuraba la colonia Chuminópolis, que ocupó terrenos de la finca rústica de San Pedro Chucuaxín, que en la actualidad es la Casa de la Cristiandad, y la Hacienda Wallis, y también figuraba ya el Chembech, que ocupó terrenos de la finca rustica Joloch, algo que, para la mayoría de los meridanos de hoy, incluso que frecuentamos el rumbo, era desconocido.
Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Cortesía