EL EDITORIAL

En los últimos 10 años los yucatecos han encontrado en ciertas organizaciones o instituciones políticas a los símbolos perfectos de la corrupción o de lo peor del sistema, por lo que su sola referencia o mención de su nombre son asociados a algo malo.

Es por eso que casi siempre al referirse a los diputados se les ve de manera automática como políticos que ganan mucho para lo poco que hacen (muchos creen que su trabajo es sólo levantar la mano) o a nivel nacional Morena se ha encargado de sepultar la marca PRI.

Bueno, pues en Yucatán tenemos al Frente Único de Trabajadores del Volante (FUTV), el cual se encuentra en ese mismo nivel de mala fama entre la ciudadanía, ya que los consideran aliados del poder político desde hace muchos años, incluso siendo su brazo operador (y grupo de choque) en las campañas políticas.

Pero además, su mala fama deriva no sólo de eso mismo, sino que también se les relacionó con un pésimo servicio de taxi, cuyos operadores manipulaban las tarifas a conveniencia para cobrarles más a los usuarios, con unidades en deplorables condiciones, etc.

En fin, el punto es que hace mucho tiempo que el FUTV dejó de ser una marca rentable para sus mismos operadores. Las aplicaciones tecnológicas les robaron el mercado y su apuesta política en el pasado les está pasando factura hoy en día, al grado de que ya no importa si tienen buenas unidades (que la verdad sus autos se encuentran en buenas condiciones) o si ya tienen su propia aplicación digital para competir, sino que la imagen está desgastada.

Y por cierto, lo que pasó ayer en su asamblea no ayuda en nada a dar sensación de modernidad o cambio, sino todo lo contrario. Reafirma lo que los usuarios creen de la agrupación. Es así y ni hablar.

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