Salvador Castell-González
Recordando que el 20 de agosto de 1960 fue el feliz retorno de Belka y Estrelka, dos valientes perras que fueron los primeras en ir al especio y regresar con vida, quiero retomar el tema del error en el que luego caemos por un fenómeno que está ocurriendo a nivel mundial, el especismo.
El especismo es la creencia y práctica de dar un trato preferencial o consideración moral a algunas especies sobre otras especies animales, incluyendo los humanos.
Para entenderlo mejor, el especismo es una forma de sobreprotección de algunas especies sobre otras, que representa una forma de discriminación hacia las otras especies.
Este especismo puede ser por causas “justificadas” pero pierden el concepto de la comunidad y el papel de las otras especies en la naturaleza.
En pocas palabras, el especismo es favorecer a una especie animal como los perros, los gatos y las abejas, y justificar esta protección por causas “naturales” o por simple afinidad. Por poner un ejemplo, la sobreprotección de la Apis mellifera generó presión por recursos y alimento de las especies nativas de abejas y otros polinizadores creando condiciones no propicias para sus competidores.
Otro ejemplo son perros y gatos, que son especies exóticas y, en algunos lugares, invasoras, que al no tener control natural de sus poblaciones de la mano de la poca responsabilidad de sus cuidadores ha generado que se conviertan en un problema hacia los ecosistemas por invasión de espacios.
Por otro lado, el animalismo es una corriente que busca se reconozcan los derechos de los animales no humanos y que las sociedades sean justas con estos. La realidad es que esta misma tendencia tiene en general a ser especista porque esta teniendo por afinidad “sintiente” a los animales sobre otros organismos de los ecosistemas solo por poner un ejemplo las plantas.
Aunque es cierto que debemos reconocer y garantizar los derechos de los animales, nosotros los humanos y los animales no humanos pertenecen a un sistema superior llamado naturaleza y debemos conservar el ecosistema completo si queremos asegurar la garantía de sus derechos a los animales, todos ellos.
Lo que puedo concluir es que el especismo es una práctica errónea y que, en términos de conservación, ya no son reconocidas como buenas prácticas. La protección de los ecosistemas debe ser de manera integral y total. En mi opinión el reconocimiento de los derechos de los animales es una práctica que se queda corta para su objetivo, la protección de la naturaleza es hoy la alternativa que debemos impulsar, y dejar de promover proyectos y prácticas que en ocasiones son más perjudiciales que benéficas.
La protección de la naturaleza trae más beneficios que nuestra propia afinidad con algunas especies, tiene como consecuencia la reducción del riesgo climático, el riesgos hídrico y muchos otros riesgos que son cada vez más presentes y frecuentes.