Carlos Hornelas
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Se dice que la frase “El Estado Soy yo” fue pronunciada por Luis XIV, el Rey Sol, ante el parlamento francés, para manifestar su incomodidad ante el hecho de que aquellos no aprobaran todos sus edictos sin cuestionarlos.
Con ello, el Rey Sol se situaba por encima de los demás poderes. Es más, por encima de la ley, que no era suficiente para contener su derecho divino de gobernar y si era necesario, crear leyes que fueran acordes con sus deseos.
Luis XIV representó lo que a la postre se conoció como la monarquía absoluta y que derivó en el llamado Despotismo Ilustrado que tendría por consigna “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Tras la serie de observaciones que el INE, dentro de sus facultades le ha hecho al presidente López Obrador por la promoción de la revocación de mandato y después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarara inconstitucional el llamado “Decreto de interpretación auténtica sobre los alcances del concepto de propaganda gubernamental” que habría aprobado el Congreso en fechas recientes, AMLO ha manifestado su intención por “ahora si” iniciar una reforma electoral.
De acuerdo con lo que ha dado a conocer a través de sus dichos en las conferencias matutinas de prensa, la reforma le delegará al pueblo la elección de consejeros y magistrados electorales a través del voto directo.
La conformación actual del INE ha recibido críticas por quienes afirman que los consejeros responden a una distribución basada en la representación de los intereses de cada partido político en nuestro país. Con lo cual, se ha perdido la posibilidad de que, quien ocupa dichos cargos, sea fiel representante de la ciudadanía. El mismo presidente les ha llamado “personeros” de los partidos y de lo que él llama “la mafia del poder”.
Sea como fuere, esta misma conformación actual de funcionarios fue la que llevó a cabo el proceso electoral en el cual él se hizo con la presidencia de la República.
Mientras en el pasado, cuando candidato llamaba “groseras intervenciones al proceso electoral” cada vez que algún funcionario, incluido el entonces presidente Peña Nieto daban a conocer sus logros o la obra pública que realizaban ahora el presidente López Obrador ignora el artículo 134 que le impide hacer propaganda electoral, promoción de su persona o de sus logros dentro del período electoral.
Antes no había “cancha pareja”, hoy hace lo que antes criticaba. Los tiempos han cambiado, antes la presidencia representaba todo lo corrupto del país. Hoy, según él, su persona representa auténticamente al pueblo, tanto que en su toma de posesión llegó a decir “yo ya no me pertenezco”.
Si como él dice, los candidatos deberán proponerse a partir de una lista de 20 posibles postulantes seleccionados por cada poder, es decir por el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, para ocupar los cargos de consejeros y magistrados, entonces el voto directo del pueblo no necesariamente será expresión de su legítimo deseo.
Si la criba de candidatos se establece a través de los tres poderes, la elección no es del pueblo sino del Estado, de quienes forman parte de estos poderes. De quienes ya están en el poder. No de ningún ciudadano, no de ningún particular, no, sino de funcionarios actuales en el poder.
Si esto es así, con el poder de cabildeo que el presidente puede tener en cada una de las ramas del Estado, podría presionar para que queden sus preferidos y cambiar la naturaleza del INE para su complacencia, porque, como Luis XIV, pensará que el Estado está para complacerlo y que busca gobernar “para el pueblo pero sin el pueblo”.