Por Jonathan Ruíz Torre
Leído en el anonimato de internet: Todos necesitamos un médico un par de veces al año… un abogado, digamos que dos o tres veces en la vida, pero tres veces al día necesitamos de un agricultor.
Durante los días de la polémica consulta acerca del condenado Nuevo Aeropuerto Internacional de México, Victor Villalobos pisaba los andadores de la Universidad de Guelph, una ciudad canadiense de 130 mil habitantes en la que 30 mil estudian en la universidad local, ahí presumen de eso y de estar cerca de “todo”: de Toronto, de Nueva York, de las Cataratas del Niágara y de Detroit.
Villalobos, un ingeniero agrónomo por la Universidad de Chapingo, representa el sector económico que crece por arriba del promedio en México, pues es el próximo Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, nombre que cobrará la actual Sagarpa, cambio finalmente decidido después de su viaje a Canadá, en donde el sector alimenticio experimenta un una revolución.
Villalobos conoce bien esas tierras. El mes pasado debió recordar los días que pasó encerrado por el frío cuando estudió el doctorado en morfogénesis vegetal, en la Universidad de Calgary, en 1983.
Guelph es el epicentro de la mayor granja de Canadá, pues Ontario, provincia a la que pertenece, es la segunda región que más produce comida en todo Norteamérica, después de California, en Estados Unidos.
Si bien en Ontario trabajan la tierra, la atención está puesta en la tecnología. Particularmente en dar seguimiento a cada alimento desde que se produce y se consume o se “desperdicia”. Quieren recuperar ese desperdicio y convertir en esta cadena ineficiente en un ciclo productivo con ida y vuelta.
Piensen en empresas ya existentes que venden sensores que miden, por ejemplo, la cantidad de nitrógeno y humedad en cada metro cuadrado del arado para indicar a las computadoras mediante un algoritmo mejorado cada día con inteligencia artificial cuánta agua deben suministrar con riego automatizado, mientras el dueño del negocio monitorea la producción en su celular y decide el precio a ofrecer a cambio de sus productos y el que deberá pagar por fertilizantes y la composta proveniente del citado desperdicio para la siguiente siembra. De toda esa tecnología asociada a la cadena de suministro digital (DSC, en inglés) se habla en Guelph.
¿Y qué quiere hacer Villalobos? Llevar mexicanos a estudiar a esa zona del mundo. Hoy, apenas mil 200 estudiantes de la Universidad de Guelph provienen del extranjero y la meta de su administración es duplicar esa cifra en el corto plazo.
Una estrategia que analiza esa casa de estudios enfocada en tecnología de producción alimenticia está en conceder posiblemente becas al 100 por ciento a alumnos de doctorado con altas calificaciones. Eso podría ahorrar el equivalente a unos 400 mil pesos al egresado.
El equipo del próximo Presidente, Andrés Manuel López Obrador, no es un monolito y Villalobos, quien ya ha estado en el gobierno, quizás entregó una prueba de pragmatismo al proponer ese cambio de nombre en la Sagarpa, basándose en la simplicidad usada en gobiernos del mundo para referirse al punto de donde viene casi toda la comida: la labranza de la tierra.