Los jefes de Estado y de Gobierno del G20 concluyeron este martes su cumbre en Río de Janeiro con mensajes de aliento para las negociaciones climáticas de la COP29, estancadas en Bakú, pero sin un compromiso claro para destrabarlas.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el secretario general de la ONU, António Guterres, aprovecharon la segunda y última jornada de la cita de las mayores economías del mundo para pedir compromisos para que las negociaciones finalicen con éxito en Bakú, donde se deciden las metas de financiación climática.
Pero, con una declaración final retórica en que dicen esperar un “resultado positivo” en la COP29, los líderes del G20 no concedieron ningún mandato para que sus representantes destraben unas difíciles negociaciones con plazo para acabar el viernes.
Los países en desarrollo exigen que la nueva meta de financiación climática sea de 1.3 billones de dólares anuales, que se emplearían en descarbonizar sus economías, adaptar sus territorios para resistir mejor los impactos climáticos y asumir las pérdidas y daños tras desastres naturales.
Pero los países desarrollados aún no han planteado una cifra.
Además, existen dudas sobre la futura contribución de Estados Unidos, después de la victoria del republicano Donald Trump, un escéptico de la lucha contra el cambio climático y quien volverá a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Lula, anfitrión de la cumbre, le pidió a los negociadores en Bakú a que no posterguen un acuerdo sobre una meta de financiación climática para su próxima reunión anual (COP30), que se celebrará en la ciudad brasileña de Belém.
“No podemos posponer la tarea de Bakú para Belém. La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar un colapso irreversible del sistema climático”, advirtió.
El líder progresista brasileño igualmente abogó por una “gobernanza climática más fuerte”, pues “no tiene sentido negociar nuevos compromisos”, si no hay un mecanismo “eficaz” para acelerar la implementación del Acuerdo de París, “cuyos resultados distan mucho de lo necesario”.
El G20, que reúne a los países que representan el 85 % del PIB global y el 80 % de las emisiones contaminantes, ya habían aprobado la víspera una declaración tibia en materia climática y el texto no fue reabierto para incluir compromisos que destraben las negociaciones de la COP29.
El secretario general de la ONU advirtió a los países del G20 que el fracaso de las negociaciones en Bakú “no es una opción” y que puede tener impactos “devastadores”. Aseguró que el éxito de la cumbre climática está en las manos precisamente de las mayores economías del mundo.
Texto y foto: EFE