El maltrato animal como predictor de violencia hacia seres humanos

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

Esta semana abordaré el tema de mi pasada conferencia, la cual también es un curso/taller ideal para estudiantes universitarios y docentes, la cual brindé hace unos días durante el Congreso de Criminología, Maltrato y protección animal, organizado por la Academia Mexicana de Investigadores Forenses y la Asociación Mexicana de Veterinaria Forense A.C.

Ante múltiples casos de asesinos seriales y tiradores masivos que tanto se han difundido en la actualidad, surgen interrogantes como: ¿Existían focos rojos, signos de alarma que padres, madres y/o educadores podrían haber detectado?, ¿influyeron en estas conductas, factores de vulnerabilidad visibles desde la infancia?, ¿es posible mejorar la prevención en los ámbitos social y educativo, a través de un mayor conocimiento?, ¿el maltrato animal es un indicador o un predictor de violencia?, ¿se relaciona con la tríada “oscura”?. Las respuestas son complejas… Pero muy interesantes.

Ted Bundy, ejecutado en 1989, de niño cometía actos de maltrato animal influido por su padre y su abuelo. En su caso, el consumo de pornografía violenta desde muy temprana edad también era un factor relevante.

Thomas Lee Dillon era conocido por sus vecinos y colegas por haber “apuñalado, aplastado y disparado a 1,000 gatos y perros”.

Alberto De Salvo, el “estrangulador de Boston”, le disparaba flechas a gatos y perros que atrapaba en jaulas colocadas en su jardín.

Jeffrey Dahmer conservaba los huesos de ardillas, perros, gatos, marmotas y mapaches dentro de jarras de pepinillos llenas de formaldehído. Buscaba animales muertos y tenía un pequeño cementerio. Un amigo de su escuela contó que Dahmer también coleccionaba animales pequeños disecados, y que, al preguntarle acerca de la taxidermia, Dahmer le dijo “siempre quise hacerle eso a un humano”.

En materia de peligrosidad criminal, la crueldad con animales en prisioneros como predictor de comportamiento violento se ha estudiado desde hace más de 100 años. Uno de los estudios más significativos, es el que realizó el FBI evaluando asesinos en serie. Los resultados del estudio indicaron que el 46% de ellos maltrataba animales durante su adolescencia. Otro estudio relevante, fue el llevado a cabo en Cataluña por los doctores Ángel Cuquerella (médico forense), Núria Querol (médico de familia del CAP de Valldoreix), Mercè Subirana (médico forense) y Frank Ascione (psicólogo y uno de los mayores expertos mundiales en maltrato a los animales), y sus resultados fueron presentados en el Congreso de la American Society of Criminology en San Francisco en noviembre del 2010. En él se analizó una muestra de 50 sujetos, de los cuales casi el 24% se encontraban acusados o condenados por delitos graves (violentos) o bien, se hallaban en fase de cumplimiento de sentencia por homicidio, asesinato o asesinato en grado de tentativa, siendo el 6% de ellos, sentenciados por violación (en cuatro casos, de 5 a 23 víctimas por agresor).

La submuestra estudiada fue de 24 individuos, y la metodología incluyó cuestionarios para evaluar el maltrato a los animales, y la PCL.SV, para evaluar rasgos psicopáticos de personalidad y conductas antisociales. Como conclusión, se obtuvo una tríada enuresis-piromanía-crueldad con animales en un 23,5% de la muestra, con tríada incompleta (uno / dos ítems) en un 65%. Si de forma aislada se considerara sólo la crueldad hacia los animales, se encontraría en un 41,7% de la muestra. Otra tríada pronóstica, fue el traumatismo craneal + paranoidisme + abusos (sexuales-psíquicos-físicos; Pincus 2002), la cual, aparece completa en un 41% de la muestra, y es incompleta en un 70,6%. Debido a lo anterior, es preciso que se estudien más a fondo dichos factores predictivos de la violencia futura (falta de empatía, enfermedad psiquiátrica, lesión cerebral, crueldad con animales, trastorno de los impulsos y / o retraso de la maduración esfinteriana), con la finalidad de entender el fenómeno de la interacción humana violenta. Las tríadas antes señaladas, pueden manifestarse y ser valoradas en el mundo de la violencia doméstica conyugal, contra las personas mayores, las niñas, niños y adolescentes, y por supuesto, en contra de los animales, utilizados muchas veces por las personas violentas de una forma intimidatoria o manipulativa hacia los demás.