Mientras se reducen otras zonas heladas por el cambio climático, investigadores polares confirman que la banquisa ha estado aumentando y lo relacionan con la complejidad de fenómenos climáticos en el Pacífico
El hielo marino que rodea la Antártida es un auténtico agujero negro para la ciencia polar. Esa capa que se congela sobre el océano Austral, la banquisa, decreció en la primera mitad del siglo XX, pero luego ha estado aumentando en las últimas décadas del siglo XX, hasta hoy, mientras los hielos del resto del mundo van menguando por el cambio climático. El fenómeno, comprobado con datos de satélites y de estaciones, revela la extrema complejidad de este continente y de un clima planetario en el que trópicos y polos están ligados.
La reciente investigación, publicada en la revista Nature Climate Change por un equipo científico de la Universidad de Ohio, es la más completa realizada hasta ahora sobre la banquisa antártica. Desde 1979, concluyen sus autores, el hielo marino antártico ha estado aumentando, salvo en 2016, cuando hubo un fuerte retroceso que llegó al mínimo en 2017. Después se recuperó, volviendo en 2020 a la media anterior. Sin embargo, en este comienzo de 2022, la banquisa, señalan los investigadores de Ohio, vuelve a estar por debajo de la media: “Había vuelto la normalidad, pero por poco tiempo”, reconocen en un comunicado oficial.
Las causas que hay detrás de ese aumento del hielo marino aún son un misterio. En la investigación apuntan, como hipótesis, a cambios en la presión desde 1979, con vientos que empujan el hielo hacia la costa antártica. Indican que podría tener que ver con el fenómeno Modo Anular del Hemisferio Sur, un movimiento del cinturón de vientos del norte al sur de ese hemisferio que se produce a lo largo de décadas. También aluden a fenómenos que ocurren a muchos miles de kilómetros, en zona tropical, como la llamada Oscilación climática Decadal del Pacífico, que se produce cada 20 o 30 años.
“Los fenómenos tropicales cambian los vientos y ese cambio se traslada a los polos. Por ello, en unas zonas crece el hielo y en otras no, como confirma este trabajo. Todo ello nos habla de la complejidad de la Antártida y su clima. A la vez que aumenta ese hielo, vemos que llega más agua cálida a la costa y que unos glaciares aumentan y otros retroceden”, señaló la geóloga y científica polar española Carlota Escutia, que ya prepara las maletas para irse a la Antártida en unas pocas semanas para trabajos relacionados con el cambio climático y la corriente circumpolar.
Precisamente, su grupo propone en una investigación reciente que hay una relación entre ese hielo marino antártico, en cuyo historial han retrocedido miles de años investigando sedimentos oceánicos, y fenómenos como El Niño: según sus datos, el hielo polar marino ha aumentado en la Antártida desde hace 4,500 años y las variaciones pasadas tendrían que ver con esos eventos mucho más al norte. Es más, el bajón de banquisa detectado en 2016 y 2017 coincide con uno de los fenómenos de El Niño más intensos registrados, algo que los científicos de Ohio no mencionan en su trabajo. “Habría que estudiar esa posible relación”, señaló Escutia.
Si bien no es la primera vez que se detecta el aumento del hielo marino antártico, si es la primera reconstrucción de lo ocurrido a lo largo del siglo XX, en todo el continente y todas las estaciones del año.
Frente a quienes puedan utilizar este aumento del hielo marino para argumentos negacionistas, Fogt considera que “ningún aspecto del clima de la Tierra es completamente independiente del cambio climático antropogénico”. “La ciencia está evolucionando rápidamente para ver cómo podemos vincular los cambios en la Antártida con el cambio climático global y a medida que recopilamos más datos conocemos mejor esas conexiones”, aseguró.
Texto y foto: Agencia