Por Ángel E. Gutiérrez
CIirculan en las redes sociales interesantes fotografías del edificio colonial conocido como la Casa del Monifato, ubicado en la calle principal del puerto de Sisal, Yucatán. En la publicación de las imágenes se resalta la importancia histórica del inmueble ya que, según se puede leer en la lápida blasonada que se ubica en una de sus esquinas, data de 1585, precediendo en antigüedad a la Casa de Montejo y a la Catedral de Mérida. Asimismo, se hace énfasis en el grado de deterioro de la escultura que decora la esquina superior norte de la casa y a la cual debe su nombre popular, es decir, la estatua del “Monifato”.
En efecto, grabada sobre la piedra, con buenos caracteres romanos, se lee la inscripción que da noticia del propietario de la casa y del año en que fue establecida: “ES DE EL ILUSTRE SENNOR IOAN DE ORDVNNA Y DE SV MVGER GERONIMA ORTIZ Y DE SVS HEREDEROS MDLXXXV”. Debajo de esta leyenda se ubica un escudo de armas compuesto por un árbol (roble) y dos zorros pasantes.
La tradición oral sostiene que el “Monifato” fue colocado como una estrategia defensiva contra los posibles ataques piráticos que atemorizaban a los sisaleños del pasado. Según se dice, la escultura representa a un “guerrero o soldado de mirada desafiante” que, en las alturas de la casa, simula ser un vigía o guardián del puerto, sirviendo como una especie de carnada hacia la cual se dirigían las balas de los cañones lanzadas desde los barcos enemigos que, desviadas por el “Monifato”, iban a parar a las cenagosas aguas del lugar, sin hacer daño a los edificios circundantes.
Sin pretender restar importancia a la leyenda, es oportuno hacer algunos apuntes sobre esta interesante pieza, la cual es uno de los pocos ejemplos de la estatuaria civil novohispana de Yucatán. El “Monifato” es una escultura antropomorfa de piedra que representa, no a un soldado con traje a la usanza romana, sino a un “Salvaje”, figura simbólica que se desarrolló durante la Edad Media y fue motivo recurrente en la arquitectura y las artes decorativas de los siglos XV y XVI. El personaje aparece barbado y semidesnudo; porta un faldón atado con un grueso cinto y, en la testa, lleva un tocado o gorro. En la mano derecha empuña un pesado mazo –atributo recurrente en la iconografía del Salvaje— que sostiene detrás de la cabeza, mientras que el brazo izquierdo (que se ha perdido parcialmente) descansa sobre la cintura. Alrededor del cuello tiene una serpiente, símbolo de la naturaleza agreste donde habita. Sin duda, la presencia de la escultura está completamente relacionada con la lápida heráldica de la casa, ya que las figuras de salvajes tuvieron mucho uso como tenantes de escudos nobiliarios, tal como se aprecia en la fachada de la Casa de Montejo, donde dos salvajes, con mazos y cuerpos cubiertos de pelos, acompañan las armas del Adelantado.