Mario Barghomz
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Elon Musk, el multimillonario de origen sudafricano radicado en Estados Unidos, se ha propuesto conquistar de nuevo el espacio exterior, luego de que la Nasa decidiera cancelar sus vuelos por los altos costos de las misiones y luego, también, de los fatales accidentes del Challenger (1986) que ocurriera durante el despegue, y del Transbordador Columbia (2003) que estalló al regresar a la Tierra.
Para la Nasa nunca fue fácil regresar de nuevo al espacio, sobre todo porque el tiempo y la tecnología de última generación conque hoy ninguna misión sería posible, han rebasado sus normas y prerrogativas de hace 50 años. Por ello es que la iniciativa privada de Elon Musk y toda su experiencia en las nuevas tecnologías e ingeniería aeroespacial, son las que han puesto de nuevo en órbita los nuevos cohetes espaciales.
Es Elon quien, y por supuesto asistido por todas las premisas gubernamentales públicas del gobierno norteamericano que ha dejado que todas las naves de EspaceX, propiedad de Elon, sean lanzadas desde la base de Cabo Cañaveral en Florida, desde donde antes, también, se lanzaron todas las naves del programa Apolo; ha hecho nuevamente posible no solamente la idea de volver al espacio, sino la de colonizar el planeta Marte.
Ya Elon ha probado su eficiencia y le ha demostrado al mundo que puede hacerlo, y no después de muchas pruebas fallidas de sus cohetes Falcon, al mandar al espacio a civiles que nunca fueron preparados como astronautas, pero que sí fueron previamente seleccionados para cumplir con un programa de vuelo que fue pionero en 2021, para próximos vuelos de civiles al espacio.
El éxito de esta misión que aparece como serie en Netflix con el título de “Cuenta regresiva” nos muestra cada paso y trámite de esta experiencia espacial. La aventura misma de mandar al espacio a cuatro civiles y circunnavegar la Tierra por tres días a una velocidad de más de 28 mil km. por hora, ya ha resultado una hazaña de la nueva aeronavegación espacial que se suma al temperamento y los modos atípicos del genio de Elon.
La misión escogió a cuatro miembros que ocuparían la nave “Dragon”, impulsada por el Falcon Nueve hasta su salida al espacio exterior. Cada tripulante representó una virtud: la esperanza, la generosidad, la prosperidad y el liderazgo que, en palabras de su comandante Jared Issacman (piloto experimentado que representó el liderazgo), fue necesario para que la aventura fuera posible asumiendo lo más digno del género humano. Jared mismo tituló la misión como “Inspiration4”.
Ya antes y después, en agosto de 2023, “Dragon Craft de SapaceX, se acopló con éxito a la Estación Espacial Internacional, quedando así de manifiesto que es toda la ingeniería de Elon Musk y sus extraordinarias ideas sobre el universo espacial, lo que determinará la nueva aventura humana hacia los confines de nuestro Universo.
“Musk se ha convertido en la sinergia entre el sector público y el sector privado” -ha dicho Bill Nelson; director de la Nasa- (cita de Walter Issacson: biógrafo de Elon). Ahora sólo queda esperar y como ha dicho él mismo Elon (por una referencia de su hijo), que el futuro se parezca al futuro.
Y es sin duda el futuro lo que más preocupa a Elon, sobre un presente que quiere extender para que le alcance el tiempo de realizar sus deseos. Cada uno de sus proyectos: sus automóviles Tesla, que insiste en que sean completamente eléctricos y automatizados; su centro de neurociencia Neuralink, que está creando dispositivos capaces de tratar a pacientes que sufren de discapacidad neurológica; y su proyecto OpenAI (vs Google) que permitirá a los usuarios de la nueva tecnología digital (ya lo hace) interactuar con modelos de lenguaje de última generación. Su idea en este caso es crear ciber humanos que puedan interactuar de manera natural con lo humano, sin ser menores ni superiores a nosotros. Algo así como una versión amable e ideal de androides inteligentes y empáticos.
Esta apenas es una mínima referencia del nuevo genio de la ingeniería científica que, por otra parte, lucha como todos por su misma vida.
