El papa Francisco acudió ayer al centro de Roma para venerar la imagen de la Inmaculada Concepción, tras la reciente bronquitis que ha padecido, y oró por el final de la guerra en el mundo y por “todas las mujeres víctimas de violencia.
“¡Virgen Inmaculada! Venimos a ti con el corazón dividido entre la esperanza y la angustia. Te necesitamos, madre nuestra”, rezó el pontífice ante la columna sobre la que se eleva la estatua de María, en la plaza de España, repleta de flores por la festividad de este dogma católico.
Francisco, sentado en un sillón y ataviado con un abrigo blanco, pidió la intercesión de la Virgen por las familias, los centros de estudio y trabajo, las instituciones públicas, los hospitales y residencias, las cárceles o los sintecho.
Pero en su oración, hizo especial alusión a la violencia que sacude el mundo y, en especial, a las mujeres. “Nuestro destino no es la muerte, sino la vida; no es el odio, sino la fraternidad; no es el conflicto, sino la armonía; no es la guerra, sino la paz”, sostuvo el pontífice, tosiendo alguna vez.
Y agregó: “Madre, dirige tus ojos de misericordia a todos los pueblos oprimidos por la injusticia y la pobreza, marcados por la guerra. Mira al martirizado pueblo ucraniano, al pueblo palestino o al pueblo israelí, caídos en la espiral de la violencia”.
Texto y foto: EFE