En busca de atraer más personas al mercado San Benito, la autoridad municipal tiene un proyecto en el 2017 de llevar franquicias de restaurantes en el segundo piso, al más puro estilo de las plazas comerciales, como parte de una remodelación que incluiría rampas al interior del inmueble.
Según fuentes cercanas al ayuntamiento de Mérida, entre los planes para el próximo año presentados por la Dirección de Mercados y que tiene el visto bueno de la autoridad municipal, es el de colocar en el segundo piso un área de restaurantes parecido al que existe en Xmatkuil, con franquicias de alimentos populares entre los meridanos.
“La autoridad municipal quiere meter franquicias como Pollo Brujo, los Trompos, Leo, algo parecido a lo que hay en la Feria Xmatkuil, un comedor adecuado a la zona, que no sea de tanto lujo, pero con la limpieza con la que trabajan estas empresas. Tiene la idea de que con eso habrá más vigilancia y las personas subirán al segundo piso del San Benito”.
El proyecto igual tiene contemplado la implementación de rampas y elevadores que lleven al segundo y al tercer piso, lo cual además traería que se redujera el número de locales vacíos, los cuales según datos de la Dirección de Mercados, el 40% de los 3 mil 77 espacios se encuentran desocupados.
Cabe recordar que el mercado San Benito fue edificado en el 2004 en la administración de la entonces alcalde, Ana Rosa Payán Cervera, como parte del Plan Maestro de Recuperación de la Zona de Mercados, la cual incluía la demolición del área conocida como la Pepita y de la parte central del Lucas de Gálvez, la recuperación del Paseo de las Bonitas y de la calle ancha del bazar.
Sin embargo, la administración de Manuel Fuentes Alcocer no le dio seguimiento a dicho proyecto, y el San Benito se considera un edificio fracasado, al cual los locatarios del Lucas de Gálvez se negaron a trasladarse ahí, y hoy en día, si bien ya cuenta con toda la parte de abajo llena, sigue sin ser el centro del comercio que se prometió, razón por la cual el actual ayuntamiento recurrirá a la iniciativa privada para salvar un proyecto que le costó a los yucatecos poco más de 140 millones de pesos.-
Roberto Ojeda