Una buena opción para disfrutar de un domingo muy sabroso en todos los sentidos es el tradicional Barrio de Santiago, donde se puede disfrutar de una excelente gastronomía que incluye desde la tradicional cochinita, un nutritivo chocolomo o un riquísimo mondongo, y por supuesto una amplia variedad de tacos de mariscos, en un mercado con locales muy limpios y donde se ofrece una atención esmerada por parte de sus propietarios, que están conscientes de que son la imagen del lugar ante el turismo nacional e internacional que recorre de manera cotidiana el lugar.
En los alrededores, hay numerosos vecinos de origen extranjero, que gustan de acudir por las mañanas a comprar sus frutas y verduras al mercado, que con su colorido representan una invitación difícil de rehusar para tomar la cámara fotográfica, y que decir del parque y por supuesto la iglesia construida en 1637, que cuenta con una sola nave, y catorce columnas intermedias de cantería con base y capitel dóricos, que sirven de apoyo a los arcos que sostienen el techo.
La edificación está dedicada a Santiago Apóstol, cuya imagen preside el retablo del altar, flanqueado por los arcángeles Gabriel y Miguel, y en cuyo honor se realizaba una fiesta popular que hasta la fecha, los habitantes del barrio recuerdan con mucho cariño y nostalgia, ya que era de la misma importancia que la de San Sebastián que a la fecha se conserva.
“La fiesta que se terminó en tiempos de la administración de Guido Espadas Cantón, se celebraba en julio y agosto, entonces como no recordarla si pasaba justo cuando estábamos de vacaciones, y para los niños de aquel entonces era toda una ilusión ver que llegaran los carruseles, y nos desesperábamos porque estuvieran listos para dar vueltas en ellos, y también era muy bonito ir a los puestos con juegos con globos y canicas”, explicó don Pedro Medina, el propietario de la lonchería “La Lupita”, quien prácticamente creció en el mercado.
Otra de las cosas que no olvidan los vecinos son los bailes que en la Terraza Caribe se ofrecían con motivo del Carnaval que en un tiempo pasaba por la calle 59 en dirección hacia el Parque de la Paz, de esto y de otras anécdotas, platicó a Punto
Medio la señora Teresa de Jesús Bates Flores, quien es la esposa de don Vicente Mena, el popular Polito, que junto con su padre son los creadores de las famosas marquesitas.
“Lo que pasó es que mi suegro, hacía las barquillas para los helados, que en tiempo de frio nadie compraba, y entonces se les ocurrió adelgazarlas con más leche y doblarlas como un taquito metiéndole el famoso queso de bola, y de esto ya son más de 60 años, cuando nos casamos el 12 de febrero de 1959, ya existían las marquesitas, que tomaron este nombre de la expresión de Don Vicente que consideró que el sabor de su creación era digna de un marqués”, explicó la entrevistada.
“Antes de que se construyera el mercado, que según una placa se construyó en la administración municipal 1947-1949, en el lugar funcionaba un tianguis, -y desde entonces mi suegro vendía helados en este mismo lugar”, dijo la señora Teresa, en amena plática en la que no podía faltar evocar que durante las fiestas funcionaba la Carpa de Don Chinto Herrera, y luego ya de manera formal funcionó el Teatro Variedades en el que “El Chino” y “Sakuja”, daban tandas a peso cada una, todos los días de 7 a 11 de la noche y eran el punto de reunión de las familias que se divertían sanamente.
“También teníamos dos cines, además del Rex, había el Rialto, que se quemó a la una de la madrugada de un 31 de diciembre. Este cine se encontraba en donde ahora está el supermercado, sobre la calle 72, recordó la entrevistada quien todavía tiene en la mente como los vecinos preocupados porque el fuego alcanzara los techos de paja de las casas de los alrededores, se organizaron para tirar cubos de agua al techo del que muchos años antes fuera el cine Frontera”, añadió.
Por cierto, el mercado toma su nombre en honor al general Santos Degollado, (1811.1861), quien fuera ministro del gabinete de Benito Juárez.
única con cúpula
Antes de retirarse del Barrio de Santiago, vale la pena llevarse una fotografía de la Bella Arquitectura de la Escuela Primaria Nicolás Bravo, única por contar con una cúpula de metal.
La obra y construcción fue del ingeniero francés Julio Beehens que fue inaugurada por Porfirio Díaz en 1905 como “La Casa Escuela de Niñas del Suburbio de Santiago”, siendo gobernador Olegario Molina, y por sus aulas pasaron personajes que incluso han sido gobernadores y presidentes municipales, además de poetas, escritores y destacados músicos.