El transporte nuestro de cada día…

Por Roberto Ojeda

Durante la segunda administración de Ana Rosa Payán Cervera a inicios del nuevo milenio, ocurrió un hecho que marcó el destino del transporte público en los próximos años.
Salí un lunes de la Preparatoria Número 3 con rumbo al mercado Lucas de Gálvez y como todos los días tomé muy confiado el camión de aíre acondicionado de la ruta de Fidel Velázquez. Todo transcurría de manera normal, cuando de repente llegamos a la calle 48 del Centro Histórico.

Estoy seguro que en estos días me habría enterado de manera inmediata del caos en el que se encontraba sumergida la ciudad, pero en aquel momento apenas comenzaban a ponerse de moda los celulares y era muy caro comunicarse, por lo que nadie me avisó que las calle 48, 50 y 52 (entre otras), se habían convertido en estacionamientos en los que los vehículos tardaban más de una hora en poder salir.

El caos apenas duró dos días; el proyecto de reordenamiento de transporte que propuso la alcaldesa Ana Rosa Payán y que sacaba a los camiones del Centro Histórico, fracasó de manera contundente.

En aquel momento, estoy seguro que todos los ciudadanos pedíamos a gritos que el Ayuntamiento nos devolviera nuestro transporte a los paraderos y que se dejara de inventos extraños; sin embargo, volteando la vista hacía atrás, veo con nostalgia que nos equivocamos.

Les seguimos el juego a los transportistas y caímos en su trampa. Los meridanos despreciamos el único proyecto serio que hemos tenido para modificar el transporte y hacerlo más eficiente, solo porque en esos momentos no valorábamos lo importante que era.

Pero que quede claro que no volveremos a cometer el mismo error. Exigimos a los concesionarios que nos den un servicio de calidad, con unidades modernas de las que estemos orgullosos de subirnos.

Un servicio en donde los choferes sean verdaderos profesionales, que respeten sus rutas y los tiempos de llegada, así como a los usuarios y transeúntes; además, queremos que se implemente el sistema de prepago y que todos sepamos el horario en el que debe arribar cada unidad a los paraderos.

En fin, no rechazamos el aumento en las tarifas, sino el seguir manteniendo un servicio de pésima calidad que nos ve la cara todos los días cuando salimos de nuestra casa y nos recuerda que el transporte en Mérida, no está avanzando a la misma velocidad que su sociedad, sino que se ha estancado…

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