El Whatsapp (primera parte)

Carlos Hornelas

carlos.hornelas@gmail.com

En realidad, ya no sé si el Whatts App es o no una bendición en nuestros tiempos. El día comienza al recibir el primer mensaje que te recuerda que no le bajaste el volumen. Lo peor es que muchas veces ni siquiera es algo importante.

No te notifican que has ganado un premio, no. Seguro es una imagen con un perrito, un gatito o cualquier otra mascota con una sonrisa y una tipografía súper cursi que dice “Buenos días a las personitas lindas” o alguna otra vacilada por el estilo.

De seguro lo está mandando alguien que a esas horas está sentada en el trono y para no sentirse sola con sus excrecencias hace que otra cosa más, salga de ella para todo el mundo.

Para mí, muchas cosas son un misterio insondable: ¿a dónde vamos al morir?,¿dónde se van los recuerdos?, ¿podemos viajar en el tiempo? Pero cuando recibo esas vaciladas no puedo evitar preguntarme ¿quién tiene el tiempo, la dedicación o el gusto por hacer las imágenes del Whats?, ¿les pagan?, ¿tienen sindicato?, ¿tienen buzón de quejas?, ¿qué hacían antes del Whats? Puede que sean los resabios de Hallmark… eso lo podría explicar.

Lo peor es cuando el resto de los miembros de un grupo empiezan a responder uno por uno, como si se les hubiera dicho que pasaran lista y entonces viene la retahíla: buenos días, otra imagen; buen día, bendiciones, besitos, etc. Tengo un mensaje para todos ellos: no es necesario que respondan ni con mensaje ni con imágenes, no pierdan el tiempo. No es competencia de quién es más cursi o quien tiene las mejores imágenes. Es basura digital, por el amor de Dios.

Los grupos del Whats son una de esas cosas que parece genial hasta que se pone en práctica y revela su inconsistencia. En la familia está el grupo de los tíos. El de los primos, el de los primos que nadie frecuenta, pero a los cuales les sigue mandando buenos días con Snoopy. El de los hermanos, el de los hermanos en el que no está uno de los hermanos por ser elemento gacho. El de los chistes colorados. El de los vecinos, el de los que venden desde Amway hasta Tupper y además reparan casi todo, desde lavadoras hasta telescopios.

Antes uno podía unirse voluntariamente a los grupos y conocía personas y sabías que olían mal o que no se peinaban o, que eran solteros y tenían gatos. Ahora cualquiera forma parte de cualquier grupo y nos meten a otros tantos grupos sin que lo sepamos. ¿Quién publicó esto? ¿Raúl? ¿Y quién carajos es Raúl? Escribo: “Raúl no te conozco, dame una referencia para saber algo de ti”. Y entonces se sale del grupo. Desgraciado. No se vale. Cada vez me convenzo más de lo que decía Marx, “nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo”. Y claro que lo decía Marx, Groucho Marx, no el otro. Lo sé porque nos lo contó en un mensaje de esos que dice “Leer más” un amigo en un grupo de Whats.

¿Será que el Whats es culpable de la ansiedad, la neurosis o alguno de estos padecimientos? (Continuará).