Salvador Elizondo intentó hacer carrera en la poesía, luego quiso forjarse un camino en la pintura, viajó a Italia y allí, frente a la obra de Paolo Uccello, tomó la decisión de “colgar los pinceles”. Sin embargo, su búsqueda artística no paró ahí, antes de desembocar finalmente en la literatura, Salvador Elizondo intentó hacer carrera en el cine, vocación a la entró con naturalidad y que lo llevó a emprender estudios en París.
El creador de una literatura compleja, vanguardista y experimental que lo convirtió en un autor de culto, se forjó una breve pero intensa historia en el cine. La cercanía con ese mundo maravilloso la tuvo no sólo a través de la cercanía con su padre: Salvador Elizondo Pani fue productor de cine y creador de los Estudios de cine CLASA; también a través de una carrera cinematográfica que lo llevó a estudiar en París, filmar al menos una cinta, escribir el guión de Farabeuf, crear el grupo Nuevo Cine, una revista de cine homónima, lanzar un Manifiesto y hacer crítica literaria.
Esa cercanía con el cine, sus textos acerca del séptimo arte, trabajos de dirección cinematográfica y su crítica y ensayos sobre directores y películas es revisada por su viuda, la fotógrafa y documentalista Paulina Lavista, quien ha impulsado un nuevo libro sobre esta faceta del escritor.
En el libro Luchino Visconti y otros textos sobre cine, publicado por Ai Trani, Paulina Lavista —apoyada por el editor Fabrizio Cossalter y el crítico literario Christopher Domínguez Michael— rescata artículos dispersos de Elizondo e incluye dos textos inéditos que además de hablar de Visconti aborda momentos o ciertas obras de Eisenstein, Fernando de Fuentes, Luis Buñuel y Julio Bracho, entre otros.
“Este es un trabajo interesante, es un libro que está rescatando, son artículos que estaban dispersos y que nos pareció que podían muy bien acompañar estos textos de Visconti”, afirma Lavista, quien reconoce que el cine marcó a Elizondo. “Él decía: ‘yo trabajé de extra en El rápido de las 9:15, pero también en Nosotras las taquígrafas; vivió ese cine. ¿Cómo no lo va a amar?, si vivía y jugaba en los Estudios CLASA, lo que pasa es que al pobre con el divorcio de sus padres lo mandaron fuera del país”.
Paulina Lavista está feliz de haber logrado concretar este libro del que escribió el prólogo, y Domínguez Michael, el epílogo. Le parece una gran oportunidad para dar cuenta de la faceta de Elizondo en el cine, un arte en el que tuvo una fuerte vocación pero que pasados unos años se dio cuenta de que lo suyo era la literatura. “Es que a lo largo del tiempo, en lo único que siempre va triunfando es en la escritura, sin embargo en la revista Nuevo Cine hacen mucho por el cine, forman el grupo Nuevo Cine”, dice Lavista.
Ahora, Lavista trabaja en un documental que realizan el editor Fabrizio Cossalter y el cineasta Armando Navarro titulado Salvador Elizondo. La trampa del taumaturgo. “Ellos tienen total libertad, yo les doy los documentos a propósito del cine, entonces rescatamos la filmación de Las momias de Guanajuato, lo que trajo de las ideas del mundo a México, aunque no fue el único, también sus amigos, como Manuel Michel, quien había estado en el IDECH; Jomí García Ascot era un experimentado director, Javier Ramírez”, indica Lavista, quien compartió con Elizondo el gusto por el cine y, desde luego, la vida.
Texto y fotografía: Agencias