La polémica no deja de sujetar con fuerza la mano del pelirrojo peleador Saúl “Canelo” Álvarez. Con su positivo de dopaje por clembuterol se despliega un nuevo horizonte de dudas entorno al tapatío, ya acostumbrado a estar en constante guardia en un fallido intento por ser considerado —siquiera— como uno de los mejores pugilistas nacionales de los años más recientes.
En la marcha rumbo al 5 de mayo, fecha en la que enfrentará por segunda ocasión al kazajo Gennady Golovkin, deberá ir a la Comisión Atlética de Nevada (sede del combate) para dar explicaciones sobre el positivo que arrojó en febrero en un control voluntario. Irá con el argumento más sólido que se tiene cuando el clembuterol está relacionado con un deportista mexicano: la vaca fue la culpable.
El “Canelo” no será ni el primero ni el último en esgrimir el argumento de que en México consumir carne contaminada con clembuterol es la cruda realidad, pero sí entrará en el club de los sospechosos de tratar de sacar ventaja del consumo de sustancias prohibidas, algo que ya está explotando su rival.
Pero en la trama de la carrera del tapatío el “vaca-gate” será únicamente un nuevo capítulo en una trayectoria en la que la polémica ha sido una constante, luego de ser un privilegiado de las televisoras mexicanas, que lo quisieron hacer un rápido campeón del mundo sin mediar en los rivales de muy poca calidad que debía vencer para lograr su objetivo. Así le dieron un trato de figura que arriba del ring siempre ha quedado a deber.
En septiembre pasado, cuando debía sacudirse esas dudas que lo han acompañado, la jueza Adalaide Byrd lo volvió a poner en el patíbulo de los cuestionamientos después de “regalarle” una tarjeta a favor de 118-110, mientras los otros jueces dieron 115-113 a Golovkin y otro empate en 114. Otra vez la calidad del tapatío quedó expuesta, pero quedó abierta la puerta de una segunda pelea con la que hacer sonar mucho las cajas registradoras. A fin de cuentas en la esfera del boxeo todos bailan al ritmo del pandero del dinero.
La Comisión de Nevada, que anunció que “Canelo” está suspendido temporalmente (cualquier cosa que eso signifique para el organismo), debe decidir si la pelea del 5 de mayo sigue en pie. En el más estricto de los dictámenes no se debería realizar… pero recuerden, en México, el país donde no pasa nada cuando pasa algo, las vacas son las culpables. Todo pinta para que, como en otros casos de positivos de clembuterol entre futbolistas, no haya sanción de organismos internacionales.
Los intereses económicos son tan fuertes que lo sorprendente sería que hubiera justicia y se cancelara la pelea, algo que en la noble actividad del boxeo parece una utopía cuando los intereses de quienes mueven el pandero es meramente financiero. Como pasó recientemente en el combate del también mexicano Óscar Valdez, quien puso en riesgo su integridad al pelear ante un rival (Scott Quigg) que no cumplió con el peso pactado (motivo suficiente para no hacer el combate) y luego sufrió una fractura de mandíbula que el juez no valoró para detener la pelea. Pero eso sí, la pelea se vio a todo dar, y con muchos anunciantes, por la TV mexicana.
A estas alturas de su vida, el “Canelo” ya debe tener una coraza ante tantos cuestionamientos en su carrera de 13 años, cuyo mayor consuelo se encuentra en sus cuentas bancarias. Este dopaje será una mancha que deja en evidencia que no fue él —ni todo su equipo— todo lo profesional que siempre presumió. A fin de cuentas debe asumir, como deportista de élite, la responsabilidad de todo lo que consume, algo que en otras latitudes es religión entre los atletas… pero acá lo más fácil siempre será echarle la culpa a la vaca.
Por Ricardo Thomas. En ruta a dos décadas inmerso en las aguas del deporte; desde 2006 forma parte de Excélsior, donde cada día la Adrenalina le llega al tope.