El presidente hace un balance de su gestión y afirma que las clases bajas que lo auparon al poder seguirán siendo la prioridad de su política
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inauguró simbólicamente el último año de su Gobierno. El mandatario de izquierda, que llegó al poder en 2018 como el más votado de la historia mexicana, hizo un balance de sus cinco años en el Gobierno, pero también deslizó una declaración de intenciones de lo que viene para el último tramo del camino, en el que hará un sprint final para cumplir sus compromisos de campaña. López Obrador, que ha postulado una filosofía bautizada por él mismo como “Humanismo mexicano”, adelantó que los 13 meses que le restan a su Administración serán guiados por la máxima de poner a los pobres en el centro.
“Seguiremos con la misma estrategia: atendiendo a todos, respetando a todos, pero dándoles preferencia a los más pobres y a los más necesitados, porque se debe de internalizar bien lo que significa nuestro lema, el principio de que, ‘Por el bien de todos, primero los pobres’”, afirmó.
Esta vez, contra su propia tradición, López Obrador emitió su quinto informe de Gobierno en el Estado de Campeche. Su plan fue subirse al Tren Maya para encabezar una prueba técnica del recorrido y del estado de las vías, antes de que esa obra insigne se inaugure al público. Ayer, anunció también, se pondrá en marcha otro de sus proyectos prioritarios: la refinería de Dos Bocas, en Tabasco. También ha comprometido que en próximos meses se entregarán dos plantas coquizadoras en Tula y Salina Cruz, así como dos plantas de ciclo combinado de la Comisión Federal de Electricidad en la Península de Yucatán. Como parte de su bitácora de pendientes por sacar el último año también anunció que presentará al Congreso una iniciativa para reformar el Poder Judicial, con el que ha mantenido una relación conflictiva en los últimos meses.
López Obrador fue arropado ayer por los integrantes de su gabinete y por los gobernadores, incluidos los de partidos opositores (acudieron el de Jalisco, Enrique Alfaro, de MC; el de Yucatán, Mauricio Vila, del PAN; el de Durango, Esteban Villegas, del PRI). En primera fila estuvo su esposa, la escritora Beatriz Gutiérrez. Se trató de una audiencia fiel al orador. “¡Presidente, presidente!”, le gritaban y le aplaudían.
López Obrador mostró su gratitud hacia los servidores públicos que le han ayudado en su gestión, en especial a los soldados y los marinos, a los que su Gobierno ha encomendado tareas tan variadas que van de la seguridad pública a la protección civil, la administración de puertos y aduanas, la construcción de obras públicas, la custodia de hospitales, la limpieza de playas, la distribución de medicamentos y la administración de empresas del Estado. “Estamos poniendo de manifiesto que los marinos y soldados son pueblo uniformado, servidores públicos ejemplares”, dijo el mandatario.
López Obrador, de 69 años, defendió su visión de que el centro de toda política debe ser ayudar a los pobres y eliminar los privilegios de los ricos y de la burocracia dorada. Luego, el presidente hizo una reelaboración de la teoría marxista. Desde su punto de vista, el origen de la acumulación de la riqueza y la desigualdad no es el robo del plusvalor al trabajador por parte del burgués, sino la corrupción del Gobierno. “Aquí [en México], lamentablemente, la desigualdad se produjo porque imperó durante mucho tiempo la corrupción. Nosotros tenemos que aprender bien esa lección. La corrupción no es una pandemia, es una peste, y se necesita acabarla, desterrarla, porque de eso depende el bienestar, la tranquilidad, la paz, en nuestro país y de nuestro pueblo. Eso es lo que estamos demostrando”.
Andrés Manuel destacó que la pobreza se redujo en 5.6 puntos entre 2018 y 2022, a pesar de la pandemia, y que la desigualdad de ingresos entre los hogares más ricos y los más pobres se redujo de 18 a 15 veces. También aseguró que la desigualdad de ingresos por persona pasó de 36 veces en 2010 a 17 veces en 2022. El presidente ha señalado que también hubo caídas en pobreza en los Estados del sureste de México, históricamente los más atrasados económicamente, gracias, en parte, a que el Gobierno ha hecho fuertes inyecciones de gasto público en esa zona.
El corte de caja de López Obrador también incluyó reducciones en las cifras de inseguridad, aumentos en el gasto público en programas sociales, el crecimiento de la economía, el fortalecimiento del peso, el aumento de las remesas, la eliminación de privilegios para la burocracia dorada. La política pública se ha fortalecido sin tener que aumentar impuestos, ha destacado. Cuando dijo que ya estaba a punto de terminar su discurso de más de una hora, en el Centro de Convenciones de Campeche se oyó a la fiel audiencia gritar que no, que siguiera, que no terminara, que no se fuera. “Seguiremos caminando hacia los sublimes ideales de la democracia, la democracia verdadera, la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad y la soberanía”, cerró el discurso. “Nada de corrupción, nada de extravagancias, cero autoritarismo, nada de clasismo, nada de racismo, nada de discriminación. Democracia sí, oligarquía no; honestidad sí, corrupción no; justicia y fraternidad sí, pobreza y desigualdad no”. El dirigente izquierdista dejó el micrófono, enfilándose a la salida, hacia el último año de una presidencia que conquistó al tercer intento en las urnas. Se subió más tarde al tren, el de la historia también.
Texto y foto: Agencias