Ensayo sobre el jardín silencioso (Primera Parte)

Ángel Canul Escalante

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Cada vez tenemos menos encuentros con el otro. Hoy en día es difícil encontrar espacios que permitan tales encuentros, que se hallen fuera de la vorágine del consumo y la lógica de las prisas. A saber, los espacios y lugares que son cada vez más frecuentados están diseñados para volverse solo lugares de paso, en los que sea imposible detenerse, no dan cabida a ser habitados.

En su Ensayo sobre el lugar silencioso, el escritor austriaco Peter Hanke define el lugar silencioso como aquellos sitios que proveen de libertad y soledad, donde uno puede escucharse a sí mismo. Se trata sin duda de una suerte de lugares poéticos. El jardín que el director japonés Makoto Shinkai nos presenta en su película Kotonoha no Niwa se dice invadido por las palabras y, sin embargo, impera el silencio. En el primer encuentro que los protagonistas Takao y Yukari tienen, el silencio y la tranquilidad dan lugar a un vínculo que no amerita comunicación hablada. Es mediante el silencio que ambos protagonistas se escuchan mutuamente.

Antes de finalizar el primer encuentro otro elemento poético es introducido: un tanka. El joven Takao titubeando le pregunta a Yukari si se han visto antes, a lo cual ella procede a responder con un no. Ella luego de fijarse en él a detalle decide levantarse para irse, no sin antes recitar: “Un trueno lejano, un cielo nublado, en caso de que llueva ¿te quedarás a mi lado?”. Este poema clásico japonés se encuentra dentro de la antología más antigua y venerada de Japón: el Manyōshū, cuya traducción literal es “Colección de las diez mil hojas”. El tanka no sólo es poético sino también lúdico. En una especie de adivinanza, la primera parte inicia como un diálogo que requiere ser contestado. Este tradicionalmente era enviado en un abanico o acompañado de una flor a un destinatario que debía recibirlo en mano. El amante a su vez debía descifrar la única respuesta correcta. Así, se originaba un poema que sólo los enamorados que lo escribieron conocían su significado real.

Para que se lleve un encuentro entre ambos en aquel jardín sólo existe una condición: la lluvia. Takao menciona en el segundo encuentro haber decidido saltarse las clases cada que se presente una mañana lluviosa. Sin ser consciente de ello, Yukari, al decir que quizá se verán de nuevo cuando llueva, dio inicio a lo que sería un rito entre ellos.

En un pasaje del libro El principito de Antoine de Saint-Exupéry, mismo libro que se alcanza a ver en la estantería del protagonista, se nos explica con ternura lo que es un rito: “Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra”, menciona el zorro. Un rito también es una forma de prepararse para la felicidad: “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón”. Las mañanas lluviosas es la condición que trae consigo el bello acontecer de estar junto al otro, al ver cómo las gotas comienzan a caer desde temprano, cada uno entiende que debe preparar su corazón.