Amada Collí es alguien que sin tener una asociación civil o sin darse golpes de pecho frente a un altar, o sin ser política, realiza algo que muchos no hacen: dar lo poco que ella tiene para compartirlo con los niños.
La mañana del viernes, cobijado bajo la sombra de un roble, arrinconó su triciclo, esperó pacientemente la salida de los niños que celebraron su día en la escuela primaria Valentín Gómez Farías. Los niños y los padres de familia saben que la bondadosa Amada como cada año le entrega regalos y dulces a los niños de las escuelas Valentín Gómez Farías y de la preescolar Claudio Cortés Castro, planteles en donde ella acude a vender en la parte exterior, no hay nadie en particular que se sepa en la ciudad que hace algo como ella.
En la comunidad hay muchos empresarios, pero al parecer están más interesados en aumentar sus bienes que en compartir con los niños la dicha y la alegría de que en un día especial los pequeños reciban un regalo.
Con Amada Collí la ingratitud y la avaricia no tiene cabida, incluso ha dicho que juega mutualista para tener dinero y poder entregar los regalos el Día del Niño, y también en las vacaciones de diciembre antes de navidad.
Su sonrisa hace pensar que ella no es de éste mundo donde reina la ingratitud y la avaricia porque ya ha descubierto que es muy satisfactorio dar y hacer felices a los niños.
– Bernardino Paz Celis
