Por Carlos Hornelas
En noventa minutos pudimos presenciar cómo la política americana ha quedado reducida a un burdo intercambio de insultos y descalificaciones personales entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Si bien, en otros tiempos los electores estaban pendientes de las propuestas y de los argumentos, este debate, como lo califican, se trató de una pieza de entretenimiento con personajes acartonados, grises e inconsecuentes.
Si la política debe ser el crisol de las voluntades para forjar un porvenir venturoso para la sociedad, si la lucha política ha sustituido la lucha armada y las razones se anteponen a los sentimientos y las emociones, aquí no hubo el mínimo atisbo de política.
En un tono beligerante y en ocasiones innecesariamente rudo y procaz, el actual presidente Donald Trump, contendiente republicano destacó un supuesto “golpe” en su contra, por parte de sus adversarios políticos, aunque no especificó de quienes se trataba. Podemos pensar, que puede tratarse de la prensa y los medios de comunicación, a quienes se ha dedicado a insultar e incluso denominar “el enemigo público número uno” de su país.
O pudiera ser a los grupos de manifestantes que han salido a las calles, a causa de la descomposición social debido al racismo acendrado que ha cobrado cada vez más víctimas. Pudiera tratarse de los migrantes quienes entre sus filas, según sus apreciaciones personales se cuentan los peores delincuentes que México manda a Estados Unidos. O puede que no solo México, sino cualquiera de los “cinco países mexicanos”, como la cadena Fox se refiere a la región geográfica que el resto del mundo conoce como “Centroamérica”, desde donde salen hordas beligerantes y furiosas para invadir la tierra de los libres, cuna de los valientes, como ha indicado Trump.
En todo caso, Biden, el otrora vicepresidente con Obama y ahora candidato demócrata, no la libra tampoco. Su presencia parsimoniosa y su cadencia en las formas resultan somníferas y sus propuestas pueden resumirse en: “estoy por todo lo contrario que diga el otro aspirante”. Hasta el cansancio ha abusado de los méritos de su difunto hijo, voluntario en la guerra. Su campaña se suspendió algunos meses por la pandemia y la única cosa digna de comentar pudiera ser la nominación de Kamala Harris como su compañera de fórmula. Lo cual representa la primera vez en la cual una afroamericana recibe tal distinción.
La polarización de las fuerzas políticas, se ve reflejada en las calles, que se han visto ocupadas en los últimos meses a pesar de la pandemia. En algunos estados, como Alabama, algunos contingentes marchan enarbolando banderas confederadas y armados hasta los dientes. Las milicias, integradas por militares retirados y civiles, empiezan a rebasar en poder de fuego a las policías locales.
Los especialistas han dirigido su atención a los escenarios post-electorales en lugar del proceso electoral. Trump habla de un supuesto fraude que se urde en su contra. Ha llamado a votar varias veces. Ha azuzado a los supremacistas blancos y a las milicias a defender el voto.
Algunos expertos en política han recordado que si ninguno de los candidatos alcanzara los 270 votos del colegio electoral, la 12ª enmienda estipula que el congreso tendría que llevar a cabo la selección del presidente a partir de un voto por cada Esatdo de la Unión, como ocurrió en 1801 con Jefferson o en 1825 con John Quincy Adams.
Para aderezar el panorama la pérdida de empleos, la crispación política y el activismo político y las teorías conspiratorias a través de las redes sociales enrarecen aún más la contienda.