Exhortan a los jóvenes a escuchar su corazón para una vida ante Dios

El arzobispo Gustavo Rodríguez Vega destaca que todos los humanos tienen vocación a la santidad y en cualquier estado se puede encontrar ese llamado

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, exhortó a los jóvenes a que acepten el llamado para un matrimonio santo, para un sacerdocio santo o para una vida santa como consagrados.

“Todos tenemos vocación a la santidad; en cualquier estado de vida podemos encontrar este llamado para una vida que vale la pena ante el Dios que nos creó, que nos acompaña y que nos espera al final del camino”, indicó.

En la homilía en la Catedral de Mérida, explicó que por la celebración del “Día del Niño”, “quiero enviar un saludo cariñoso a todos los niños en su día. Ojalá que lo disfruten y que los adultos busquemos la infancia evangélica, a la que Jesús nos llamó. Papás, no se dejen arrebatar el papel que les corresponde de parte de Dios, como educadores de sus hijos, porque algunos tienen el proyecto de quitar la autoridad de los padres sobre los hijos, como un paso más de la ideología de género”.

Dijo que la primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, narra la conclusión, de la primera predicación de la Iglesia, que fue la del apóstol Pedro en el día de Pentecostés. En esa ocasión, el rebaño del Buen Pastor aumentó a tres mil personas que fueron bautizadas, luego de la exhortación de Pedro, quien les dijo: “Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados y recibirán el Espíritu santo” (Hch 2, 38).

Refirió que actualmente en el mundo el número de bautizados ha crecido, pero yo me pregunto, ¿cuántos de estos bautizados real- mente tienen a Jesucristo como su Pastor, al que siguen incondicionalmente?. Seguir al Buen Pastor significa, tomarlo en cuenta para nuestras decisiones ordinarias y extraordinarias, para cada pensamiento, cada palabra y cada acción.

Agregó que en el salmo hemos entonado el núm. 22 (que en muchas Biblias aparece como el 23), aclamando: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará”. Esta es una confesión de absoluta confianza en nuestro Buen Pastor. Pase lo que pase en nuestra persona, en nuestra familia o en el mundo, el Buen Pastor está siempre ahí para apacentarnos.

Recordó que el mismo apóstol san Pedro, en su Primera Carta, exhorta a aceptar de buena gana los sufrimientos que nos vienen por hacer el bien, a semejanza de Cris- to, quien, “maltratado, no profería amenazas, sino que encomendaba su causa al único que juzga con justicia” (1 Pe 2, 23). Dice además que nosotros éramos “como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vuelto al pastor y guardián de sus vidas” (1 Pe 2, 25).

Señaló que los pastores de la Iglesia también somos ovejas llamadas a no descarriarse del rebaño de Jesús, así como también, todas las ovejas en el rebaño de Cristo Buen Pastor, son llama- das a pastorear a quienes Dios ha puesto cerca de ustedes.

Aclaró que la aclamación an- tes del evangelio ofrece un versículo en el que Jesús dice una ver- dad sobre sí mismo, que lo define de modo maravilloso. Dice: “Yo soy el buen pastor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí” (Jn 10, 14). Añadió que quizá para algunos, la figura de la oveja no sea muy agradable, pues no quiere ser del montón, sino original e individual. “Sólo que para pertenecer al rebaño de Cristo se requiere inteligencia, la más grande sabiduría, y una libertad absoluta, para ir junto a las demás ovejas, no de manera inconsciente sino de modo fraterno”.

Mencionó que pertenecer al rebaño de Jesús es un honor que no ofende a nadie, sino que eleva y dignifica. Él nos conoce, mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. “Y nosotros lo conocemos como el Buen Pastor, y sabemos que nos conviene seguir- lo y caminar junto a sus demás seguidores”, agregó.