Exhortan a resignarse ante las adversidades, oportunidad de compartir la pasión de Cristo

Al abordar la lealtad de Job, el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, explicó que ante las adversidades es simplemente caer en la cuenta de que no somos nada para cuestionar a Dios, pero que en Él se encuentra la fortaleza para enfrentar todo su sufrimiento, esa es una gran diferencia para nosotros los cristianos, que cuando sufrimos estamos convencidos de que es una gran oportunidad de compartir la pasión de Cristo, y de aceptar un dolor redentor para nosotros mismos y para los demás.

Añadió que la fe es sanadora y decir que con el Salmo 146 que hoy se proclama que: “El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas”.

Dijo que ojalá que todos pudiéramos en estos días repasar el Libro de Job en la Sagrada Escritura, el cual es un texto sapiencial que se pregunta sobre el porqué del dolor humano, sobre todo en lo que respecta a la enfermedad, y tratar de entender cómo es que un hombre justo, que ha obedecido siempre la ley de Dios y ha pasado su vida realizando obras de justicia y caridad, deba luego pasar por el terrible sufrimiento de una pesada enfermedad junto con una serie de infortunios.

Refirió que San Pablo reflexiona en el significado de la enfermedad con la primera lectura y el evangelio y medita en la Iglesia doméstica, que es la familia. 

Agregó que, en la segunda lectura, estamos siguiendo domingo a domingo la lectura de la Primera Carta a los Corintios, San Pablo se presenta como lo que es, un hombre dedicado en cuerpo y alma a la predicación del Evangelio en forma tan apasionada, que lo hace gratuitamente, aunque algunas comunidades, como la de Filipos, lo sostenían cuando estaba en prisión o cuando pasaba precariedad.

Indicó que mientras el apóstol podía, trabajaba con sus propias manos para sostenerse, y en algunos períodos se dedicaba a la evangelización a tiempo completo, esto porque a él le importaba mucho que la gente no pensara que buscaba su dinero, ni tampoco que los tesoros de la gracia tenían un valor económico.

Sin embargo, consideró que en sus cartas, instruye a los cristianos para que provean de lo necesario a los evangelizadores y les recuerda que el obrero merece su salario, como lo enseñó Jesús y lo transmite Mateo en su evangelio, y como lo enseña Pablo en esta misma carta y en su carta a Timoteo (cfr. Mt 10, 10; 1 Cor 9, 14; Tim 5, 18). “Además, reconoce que él tendría derecho a vivir de la predicación, pero no ha querido ejercer este derecho”, puntualizó.

Expresó que San Pablo inicia afirmando que no tiene motivos para presumir, puesto que él no evangeliza por iniciativa propia, sino por mandato de Jesús. Dice al final de este pasaje: “Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes” (1 Cor 9, 23); y claro que no se refiere a sus bienes materiales, sino a los bienes de la gracia, de la amistad con Jesús y de la esperanza de la gloria junto a él.

Aseveró que verdaderamente que Pablo fue todo un apasionado de la evangelización, que ha inspirado a miles y miles de evangelizadores a lo largo de la historia de la Iglesia, muchos de los cuales han sido canonizados, como san Francisco Javier. “El testimonio de apasionamiento de san Pablo es para todos los cristianos, aunque no se dediquen específicamente a la evangelización. ¡Cuántas profesiones realizadas como servicio, con entrega y calidad se vuelven una verdadera evangelización!”, puntualizó.

Señaló que valoremos, pues, a los evangelizadores recibamos la Palabra con gratitud; consideren todos, sus propias posibilidades de participar en la obra evangelizadora; que cada uno haga de su profesión y de su trabajo una manera de servir con amor a cuantas personas atienda.

Resaltó que la primera lectura está tomada del Libro de Job, en un pasaje donde el protagonista describe el gran sufrimiento que está padeciendo, con el que seguramente ahora muchos de nosotros podríamos sentirnos identificados.

Texto y foto: Darwin Ail