Entre impotencia y tristeza, integrantes del colectivo La Abeja Guardiana alzaron la voz en el parque Yumtsil, al sur de Mérida, luego de que dos colmenas de abejas meliponas fueron robadas el pasado 23 de octubre. Temen que ya hayan sido vendidas o, peor aún, que hayan muerto lejos de su hábitat.
Los afectados relataron que las colmenas fueron sustraídas del vivero ubicado dentro del parque, un espacio cuidadosamente elegido para que las abejas prosperaran protegidas y en plena etapa de desarrollo.
“Estamos reclamando que la persona que las tenga las devuelva. Ya presentamos la denuncia ante la Fiscalía General de Justicia del Estado y contamos con el acompañamiento de abogados para dar seguimiento al caso. Exigimos que se nos devuelvan nuestras colmenas, porque son únicas e irreemplazables. Muchas personas se han ofrecido a donar nuevas, pero ya no tenemos un lugar seguro para resguardarlas”, explicó Denis Magaña Ortiz.
Las colmenas sustraídas tienen un valor aproximado de 50 mil pesos, aunque los integrantes del colectivo temen que sean vendidas en redes sociales por apenas 5 mil pesos cada una.
Las abejas robadas pertenecen a la especie Melipona beecheii, considerada una joya viva de la naturaleza maya. Son extremadamente sensibles a los cambios de clima y a la pérdida de su entorno, lo que las hace vulnerables fuera de su hábitat.
El colectivo lleva siete años dedicado a la conservación y desarrollo de estas abejas, en un trabajo constante que no ha estado exento de dificultades. En el pasado, enfrentaron la presencia de químicos tóxicos dentro del parque —ya retirados— y el intento de convertir el área en una zona frutal, lo que habría desviado la misión original del espacio: proteger y preservar la biodiversidad.
“Queremos que se mantenga la misión original del parque, que es la conservación de la biodiversidad. En estas ocho hectáreas habitan mamíferos, serpientes, polinizadores y árboles que ya no se encuentran en la ciudad. Por eso, no debe alterarse el propósito del parque”, recalcó Magaña Ortiz.
Texto y foto: Alejandro Ruvalcaba
