Experimento con árboles centenarios da esperanza contra el cambio climático

El ambicioso proyecto con robles de 180 años da una nueva esperanza, además que subraya la importancia de proteger los bosques maduros

Un estudio innovador ha sido llevado a cabo en un antiguo bosque de robles ingleses que tiene más de 180 años, donde los árboles fueron sometidos a concentraciones elevadas de dióxido de carbono durante un período de siete años.

Los árboles longevos tienen una notable capacidad de adaptarse a su entorno. Científicos de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, realizaron un experimento donde expusieron un bosque de robles de 180 años a niveles altos de dióxido de carbono (CO2) durante siete años. Como resultado, los árboles respondieron aumentando su producción de madera, lo que les permitió capturar y almacenar gases de efecto invernadero, contribuyendo así a mitigar el calentamiento global.

Los investigadores esperan que este estudio, publicado en la revista Nature Climate Change, subraye la importancia de proteger y preservar los bosques maduros como una estrategia clave para enfrentar el cambio climático. A nivel global, se estima que cada seis segundos se destruye un área de bosque primario del tamaño de un campo de fútbol. 

“Este es un mensaje alentador y positivo”, dijo el profesor Rob MacKenzie, director del Instituto de Investigación Forestal de Birmingham y uno de los coautores del estudio.

“Es una evidencia clara de la necesidad de una gestión cuidadosa de nuestros bosques existentes. Los bosques antiguos están haciendo un trabajo enorme por nosotros. Lo último que deberíamos hacer es talarlos”, añadió.

Este estudio forma parte del extenso experimento Face (Free-Air Carbon Dioxide Enrichment) de la Universidad de Birmingham, un proyecto que el profesor MacKenzie ha liderado desde 2016.

Face se encuentra en un bosque de 21 hectáreas en Staffordshire, con el objetivo de entender cómo los bosques reaccionan al cambio climático en tiempo real.

Dentro de este sitio, un grupo de robles de 180 años fue conectado a un complejo sistema de tuberías que cuelga entre sus imponentes copas, que alcanzan más de 40 metros de altura. Estas tuberías emiten diariamente dióxido de carbono, simulando las condiciones atmosféricas que podrían prevalecer en el futuro si no se toman medidas para reducir las emisiones, indica La Nación.

Después de siete años de observación, el equipo internacional de investigadores de Face descubrió que los robles incrementaron su productividad en respuesta a los niveles elevados de CO2, produciendo cerca de un 10% más de madera. Esto significa que los árboles capturan y almacenan dióxido de carbono durante décadas, impidiendo que este contribuya al calentamiento global.

Cuando los árboles absorben CO2, pueden usarlo para formar nuevas hojas, raíces o biomasa leñosa.

Mayor capacidad de almacenamiento

Las nuevas hojas y raíces suelen considerarse depósitos de CO2 a corto plazo, ya que su ciclo de vida es relativamente corto, liberando el gas nuevamente a la atmósfera al descomponerse. Sin embargo, los investigadores descubrieron que la mayoría del CO2 absorbido por estos robles se convierte en formas de almacenamiento a largo plazo.

Investigaciones anteriores demostraron que los árboles jóvenes tienen la capacidad de aumentar su absorción de CO2, pero se pensaba que los bosques más antiguos no podían adaptarse de la misma manera.

El profesor MacKenzie comentó a la BBC que es crucial entender cómo reaccionan los árboles más viejos, dado que representan la mayor parte de la masa forestal a nivel mundial. Aunque los resultados son alentadores, advirtió: “Esto no es una solución mágica y no significa que podamos ignorar las consecuencias de nuestras emisiones de combustibles fósiles”.

“No hay manera de que podamos convertir el mundo en suficientes bosques para continuar quemando combustibles fósiles al ritmo actual”, concluyó.

El experimento se extenderá hasta 2031, permitiendo a los investigadores continuar monitoreando estos robles y determinar si este comportamiento persiste. Richard Norby, profesor de investigación de la Universidad de Tennessee y coautor del estudio, señaló: “Es crucial que el experimento Face continúe durante más años, ya que sabemos que las respuestas pueden variar con el tiempo. Un registro a largo plazo aumentará nuestra confianza en los resultados”.

Los científicos también esperan estudiar cómo los niveles elevados de CO2 afectan la vida útil de los árboles y su impacto en la biodiversidad circundante, incluyendo los insectos. Durante el experimento, se observó un incremento en ciertas especies de insectos, posiblemente debido a las condiciones atmosféricas alteradas.

Texto y fotos: EFE / Agencias