Experta advierte sobre los efectos de la contaminación por el ruido

Actualmente se investiga si el ruido puede generar problemas con el cortisol, que se relacionan directamente con temas de diabetes y obesidad

Una voz que hay que ver, pero sobre todo escuchar, es la de la doctora Jimena de Gortari Ludlow, una de las especialistas más importantes del país en temas sonoros, profesora de tiempo completo del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, y es con quien sostuvimos una conversación sobre por qué debemos considerar al ruido un contaminante.

Los oídos no tienen párpados

“El ruido es tan contaminante como el aire, la diferencia es que no se ve. El sonido funciona todo el tiempo, los 365 días del año, lo escuchamos de manera permanente, no tenemos párpados en los oídos, tanto en el día como en la noche nos afecta el sonido”, empezó reflexionando De Gortari.

“En las ciudades el ruido ha aumentado de manera exponencial. Lo que hacemos ahora para evitarlo es usar auriculares, sobre todo los jóvenes, quienes muchos de ellos hoy tienen  una capacidad auditiva de una persona de 65 años. La gente crea su mundo privado sonoro, pero le tienen que subir mucho al volumen para que no se escuche lo que pasa alrededor, y la consecuencia de ello se refleja en nuestra salud”, apuntó la especialista.

Daños colaterales

“Por la contaminación por ruido no mueres como sí puede pasar con el cigarro. Sin embargo, hay afectaciones en la salud que produce el ruido, por ejemplo a nivel cardiaco. Si vives arriba de un bar,  tener ruido toda la noche provoca que no se pueda dormir, lo que afecta el rendimiento de las personas al día siguiente”, señaló.

Se está investigando que el ruido puede generar problemas con el cortisol (hormona que regula el nivel de azúcar en la sangre y mantiene la presión arterial), que se relacionan directamente con temas de diabetes y obesidad, en un país como México que tiene índices muy altos de población con estos padecimientos, por lo que la doctora urge a voltear los efectos de contaminación por ruido.

“El tema aquí es que hay muchos problemas de salud que se derivan del ruido, y que no sabemos todavía, pero ahí están latentes, por eso debemos de empezar a considerar la contaminación del ruido como un tema de salud pública”, advirtió la arquitecta.

Nos faltamos al respeto

“Por falta de ciudadanía no se respeta al otro porque hay un desconocimiento de lo que ocasiona el ruido en la salud. Se piensa que se tiene derecho a subir el volumen tanto o más que el de al lado, porque se está compitiendo a ver quién se escucha más. Eso pasa mucho en los comercios. Es una manera de apropiarse del espacio del otro, y es un problema de educación, porque si la gente no sabe que es un problema de salud, menos considera que puede afectar a otros con el ruido que hace”, precisó la doctora Jimena.

La normatividad

En Yucatán, en particular, hay normatividad sobre este tema, el problema es que no se ha bajado al nivel del ciudadano. En términos constructivos hay leyes, pero no reglamentos acordes. Un ejemplo lo encontramos en las escuelas en donde en un salón ponen bocinas para poner un tema de música o un video que irrumpe en la clase de junto, porque no hay salones exclusivos para eso o alejados del resto de la escuela.

“En las oficinas no hay costumbre de construir con aislantes, sí es caro, pero más allá de eso hay que saber que el ruido es un problema de salud pública y no se puede combatir un problema de salud pública si no se toman medidas preventivas”, apuntó de Gortari Ludlow.

La profesora de tiempo completo del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana sugiere que una manera económica de aislar el ruido es forrar las paredes con capas de cartones de huevo y esponja, para que se logren espacios porosos, ya que el sonido son ondas que van a chocar y tienen que volver a encontrar el camino, y de esa manera ya no pasa directo, se diluye.

Empezar con los niños

“Los niños son muy sensibles al tema del sonido, y una manera en la que pueden contribuir a padres y educadores es con sensibilizar en el tema, que no griten, sé que puede ser difícil porque se pierde la paciencia, pero si se empieza a bajar la voz, de alguna manera se orilla a los niños a poner atención, porque de lo contrario se pierden la clase”, refiere De Gortari.

La también miembro del Sistema Nacional de Investigadores  reconoce que nos gusta subir el tono de voz para que nos pongan atención, y señala lo importante que es que se le enseñe a los niños a que tienen que bajar al volumen en todo: en los dispositivos, las pantallas, los videojuegos.

“La contaminación por ruido es tan grave como la del aire y el agua, y no porque no la veamos no quiere decir que no existe, so pudiéramos preguntar a nuestros odios, seguramente no nos dirán nada bueno sobre el ruido”, finalizó la doctora Jimena de Gortari Ludlow.

Texto y foto: Lorena González