Falta de pudor y poder

Quizá se quedan cortos los reclamos al gobernador de Chiapas Arturo Velasco quien, apenas el mes pasado, en plena recta final de su gobierno, decidió pedir licencia a su cargo para ocupar por vía plurinominal -la “bendición” de encabezar la lista- un espacio en el Senado de la República en la LXIV Legislatura que recién comenzó. Y, siendo ya senador, decidió pedir licencia a su cargo “por tiempo indefinido” y regresar a Chiapas para ser gobernador lo que resta de su periodo original.

Ese proceso de gobernador-senador-gobernador-senador, como más puro ejemplo de malabarismo político, ha tenido su respectiva y discusión mediática, mas no una rigurosa deliberación al interior del Poder Legislativo -estatal y luego federal-, que debe ser el tan ansiado contrapeso a los excesos del Poder Ejecutivo. No se nota dicho poder.

Pedir licencia y obtenerla, no debiera ser un trámite fast track discutido en lo oscurito, pero el caso Velasco exhibió sin pudor alguno, esa mano negra que aporrea la mesa para dictar una decisión y reponer un proceso.

La anterior conjetura tiene lugar porque la licencia otorgada por el Senado, coincide con la decisión de transfundirle ese mismo día a la bancada de Morena (principal opositor a la maniobra de licencia), cinco diputados del Verde Ecologista (partido de Velasco) para volverse mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

Lo inaudito es que, según recuerdo, el pedir licencia para separarse del cargo, es un derecho constitucional de legisladores y mandatarios, pero no es automático, ni puede obviar su trámite formal y legal.

La argumentación de los senadores que inicialmente negaron la licencia de separación tuvo visos de sanción moralina, porque no reconocieron explícitamente la procedencia de la petición, sino sólo destacaron la inusitada maniobra y el afán de Velasco por mantenerse con fuero y a costa del erario otros seis años.

Por azares del destino, convivo desde hace meses con una persona que ha vivido en Chiapas. Conoce de cerca a la sociedad y la clase política de aquel Estado, y me cuenta que toda la tinta gastada en describir sus carencias de servicios públicos -principalmente de salud y alimentación- son completamente fundadas.

Tristemente la precariedad de la vida en Chiapas va más allá de la anécdota de un conocido. De acuerdo con los Semáforos Económicos (http://www.mexicocomovamos.mx), en Chiapas se muestran los principales indicadores de desarrollo en rojo (reprobados).
Es tan grave la situación de esa entidad que siete de cada diez chiapanecos ni siquiera puede adquirir la canasta básica. Eso me cuenta mi amigo, eso nos informan los estudios.

Definitivamente, lo hecho por Velasco sí se trató de una inusitada petición, impúdica opino yo, pero también es legal, en tanto no se legisle para acotar el fenómeno de personajes como él con afán de brincar de un cargo a otro evadiendo sus responsabilidades.
El lado positivo de todo esto es la oportunidad histórica, e ilusoria, de que Manuel Velasco haga en pocos meses, lo que no hizo en cinco años y medio.

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